Mi experiencia y Sendero Luminoso (“Anécdotas”, 1)

-Inicio mis columnas semanales.

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por Aníbal

 

Actualmente no existo. El gobierno me despojó de mi identidad. Nadie sabe que serví a esta Nación. Me propuse junto a otros infiltrarme en la organización terrorista más sangrienta del Perú. No puedo dar más datos.

 

Ninguna organización terrorista que ansíe una revolución se rinde con tanta facilidad. Mis años de experiencia me indican que siempre pervive un retorcido sentido de justicia en los llamados disidentes. Quienes se alejan de los ideales, solo lo hacen debido a una “retirada estratégica”. Sendero Luminoso, como cualquier otro grupo terrorista, no está muerto; solo moribundo. La estocada final no se da con ilegalizar su brazo político ni con perseguir a sus ex miembros. ¿Qué gana el Gobierno con mantener vigilados a unos cuantos maestros de escuela? Los grupos terroristas solo pueden ser derrotados desde adentro. Se debe convencer a los miembros de que sus metas son imposibles. La lucha es ideológica. Así se combaten las ideas equivocadas. Y los actos perpetrados se castigan como corresponde, de manera proporcional. La amnistía y el olvido son solo otras caras de la injusticia.