Una película efectista, pero destacable (“Sin mucho spoiler”, 31/01/2017)

Por C.

Lloré. No te diré en qué momento o si lo hice en muchas o pocas ocasiones. Esta película sufrió cierto desprestigio por un hecho que el director repudió públicamente (también dijo no saber al respecto). Una historia emotiva con un perro apela a algo muy sencillo como el amor animal, a la empatía. Es efectista. ¿Ver a un perro sufrir no nos haría llorar? ¿Ver cómo se apaga la vida de uno puede causarle a alguien indiferencia? Si ese es el caso, esta película no te cautivará por su recurso fácil. Pero sí lo hará por una historia destacable que termina siendo redonda.

Estamos ante un perro que se pregunta por el propósito de su propia vida. Algo que en la vida real es exclusividad de los humanos. ¿O no? El perro protagonista (hay muchas escenas en las que vemos desde su perspectiva -además, él narra-) pasa sus mejores años con su primer dueño. La película se toma casi la mitad del metraje en construir este vínculo.

Lo mejor viene luego de su primer deceso. Transita distintas vidas donde va aprendiendo su propósito en el mundo: volver a la vida de su primer dueño y ayudarlo a reconstruir su vida.

 

Lo mejor:

La historia (y lograr una buena historia no es sencillo). No es una obra maestra. Pero es destacable. Está muy bien hecha.

Lo peor:

Las transiciones de una vida a otra son algo bruscas. Uno se acostumbra. Pero la primera vez que muere quizás debió ser algo distinta.

 

 

Calificación: 8/10