– Pensamientos de Javier Garófalo, hombrista y doctor en sociología.
de Caravaggio.
Conocí a Aldo finalmente. Resulta ser un sujeto de estatura promedio que aparenta 19 años cuando tiene realmente 24. No se le ve ningún atisbo de locura excepto cuando ríe y habla del complot femimarxista. Hemos hablado por casi una hora. Me estuvo hablando del complot del gobierno argentino para proliferar «la mentira de la trata». Insiste en que la trata es una mentira incluso cuando los datos (la realidad) lo contradicen. Prácticamente me dijo que el gobierno entrena a sujetos para que funjan de violadores mientras contratan actrices que hacen las denuncias falsas. Sí, ambas cosas son excluyentes y por eso es una locura.
No entiendo cómo un sujeto así no está en el manicomio. Pero de un momento a otro se transforma en otra persona ante mis propios ojos. Comienza a hablar de arte y poesía. Luego habla de actualidad mundial como si fuera un experto. Apenas puedo seguirle el ritmo. Hay momentos en los que temo hacer pausas muy extensas. ¿Estoy ante la misma persona? Su mirada es diferente. Su acento es ahora muy extraño e incluso maneja otro ritmo. Algo en él es muy distinto físicamente pero no logro saber qué. Ahora proyecta seguridad pero no una confianza amenazante sino que inspira el respeto que uno se le da a los sabios.
Nos paramos y empezamos a caminar. En parte para que tome mis pausas más como producto de un cansancio físico que como una inferioridad intelectual. Seguimos hablando. Me inspira tanta proximidad que incluso le cuento cosas personales. Cuento un par de chistes y sus risas se ven sinceras. Luego le recuerdo que no soy anarquista… algo en él cambia. Vuelve a ser el niño demente de los primeros 10 minutos. La mutación es instantánea. Me mira desafiantemente y se acerca… demasiado. Me llama estatista. Empezamos a discutir. Dejo de caminar. Le doy un par de advertencias. Él deja de caminar. Le recuerdo mis títulos académicos. Le recuerdo que es un ignorante. Hace unas bromas absurdas sobre mí y mis creencias. Solo escucho ruido. Creo que me acaba de decir algo muy ofensivo. Lo abofeteo. Él sonríe. Lo miro enfurecido. Me mira fijamente, me recomienda leer su último artículo y se va. Se va mientras ríe de una manera enfermiza totalmente absurda. La gente lo mira extrañada.
¿Cómo demonios puede ser este el futuro de la humanidad? Por eso odio a los jóvenes. Sarta de narcisistas enfermos. Pero hubo algo en su mirada. Fue como la mirada de un antiguo compañero. Fue como esa mirada perturbadora de mis pesadillas.
Llego al hotel.
Reviso mis archivos. Hay un maldito sobre. Es la carta de un tal Ander que solo dice «demasiado fácil». No le presto atención. Debe ser uno de esos alumnos que cree saberlo todo. Maldito narcisista. ¿Pero cómo llegó este sobre a mi habitación?
Ignoro el sobre y reviso mi correo. Encuentro un mensaje de Aldo con un enlace a su texto. En el mensaje me recuerda nuestro debate y que soy un «pagafantas». Maldito bribón. Tu generación es una mierda como tu país. Perdón. No. Estoy apunto de abrir el enlace pero veo que lo anteceden 5 párrafos enormes de introducción. Los ignoro todos (excepto una parte en la que habla de sexo con cabras). No me detengo a leer la oración completa. Estoy demasiado cansado.
http://XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX (enlace eliminado por El directorio)
Por ahí recuerdo un ofrecimiento. Algo sobre contratar una puta y compartirla. No debí ni siquiera leer una palabra de esa introducción tan enfermiza.
Comienzo a leer un texto que carece de bibliografía. Los primeros párrafos son pueriles y aburridos. Básicamente dice que la trata es un invento del gobierno argentino. Sí, deja vu. Se repite en todo. Palabra por palabra. Es como si repitiera lo de hace unas horas. Es muy extraño.
Pero luego habla de un pastor que no es célibe y que engaña a Dios con una dirigente feminista (?). Y luego dice una imbecilidad impresionante. Me quedo… me quedo quieto. No sé qué demonios acabo de leer. Y encima agrega que la dirigente es lesbiana y engaña al pastor. Y adhiere que el gobierno argentino contrata a la miss argentina como feminista a sueldo. No puedo más.
Voy al baño y vomito todo. Es un monstruo. Es el diablo encarnado. Y recuerdo todo. Recuerdo esa pesadilla. Recuerdo a ese sujeto. Y es él. Aldo es ese sujeto. Pero no Aldo sino su lado maligno (ese lado que yo debo asesinar para salvar al mundo). Saco mi pistola y salgo rumbo a su casa.
Estoy a punto de salir del hotel y recapacito. Regreso a mi habitación. Algunas personas me miran temerosas. ¿Qué diablos me pasa?
Vuelvo a entrar a mi habitación y encuentro otro sobre de un tal Ander. Veo la laptop. Esta vez leo la introducción. Es otra. No es la misma introducción. Destruyo el sobre. Me voy a mi cuarto. No quiero saber nada más de este maldito día.
2 comments
Interesante descripcion de Aldo.
en el articulo que le dio a leer ataco a mis amigos, a gente con la cual me relaciono.
El triangulo amoroso de un pastor, una profesional de comunicacion y una diputada, es lo mas bizarro que lei en los ultimos tiempos.
Luego mete a agencias de espias en otra organizacion, y teje una rd de conjeturas, de confabulaciones salidas de un mal libro de ficion.
Aldo esta disparado del mundo, esperemos que no termine mal
Excelente descripción. Por cierto, agrega que defiende paramilitares que colaboran con el Estado colombiano.