Aldo Andonegui y el Urushdaur (“Reboot”, enero 2014, cap5)

Reboot

Capítulo 5

 

Mi “encierro literario”

Buenos_Aires_-_Retiro_-_Calle_Florida

 

Por Artyom Reshetnyak/Aldo Andonegui

 

 

 

5 de enero del 2013

 

Viendo la calle. A las malas. Como siempre. No encuentro ningún rostro amistoso. Y quizás nunca lo haré. Recorro pasos ya agotados. Recuerdo Ucrania. Acepto este país con ingratitud. Desde hace dos días duermo como un mercenario. Pienso y pienso sobre asesinar mis remordimientos. Me han condenado. Debo huir de este juego.

 

Reviso la carta de Ander. ¿Por qué la molestia? ¿Por qué entregármela en físico? ¿Hay algo que se me está escapando? ¿O todo está en mi cabeza… como siempre?

 

“El fuego consumirá el alma de los impuros, los pasos de los que nos guían siguen con nosotros. Las doce campanadas marcarán la nueva era.

Se levantarán los muertos reclamando a sus verdugos. Porque solo la sangre de los impuros nos devolverá el tiempo (…).”

 

¿Qué es esta locura? ¿Cómo pasó esto? Hace dos días fui torturado en una pesadilla y ayer vi cómo mi propio padre era humillado hasta llorar. ¿Qué es Inguma? No quiero saber. Debo distraerme. Aún no sé si ir a España. Temo que descubran mi verdadera identidad.

 

“(…) Volverán de la muerte los que creyeron haber entregado su última batalla. Recordarán el último sollozo que no pudo salir de sus gargantas (…).”

 

¿Qué sucedió en noviembre? Apenas recuerdo haber ido a España y volver. Pero recuerdo a Ander y mi cuello se entumece. Mi cuerpo parece recordar mejor lo que pasó.

 

Y ese psicópata solo se limita a escribirme esto y no responder nada más. Ya no sé si ir a esa reunión. Creo que estos idiotas quieren secuestrarme.

 

 

 

12 de enero del 2014

 

Ha pasado mucho desde que Esmeraldo me emboscara de mala manera. Ni rastros de ese impertinente. Ese encuentro hizo que notara los cambios que he estado evitando. No soy el mismo. No pienso igual. No hablo igual.

 

No estoy seguro de si queda algo de la esencia de Artyom. Soy ahora alguien mejor pero no me reconozco. Incluso mi voz y acento son distintos.

 

Hace poco realicé una entrevista a un nuevo amigo, un político. No reconozco la voz de quien lo entrevista. ¿Qué me está pasando?

 

Pero en el fondo esto no me agobia. He podido traer de regreso a los pocos amigos que alguna vez desterré de mis preocupaciones. Ahora tengo gente que me importa y por la que lucho. Por esta gente no puedo dudar más. He elegido mi camino. Le haré frente a los delirios homicidas de quien sea. Sea un agente de la SIDE o el líder de ETA.

 

Ahora me dirijo a ver a Ander a un bar de Buenos Aires. Sé que no es él. Él jamás mostraría su verdadero rostro con tanto descuido. Es solo uno de sus peones. Quizás otro soldado de primera fila como Esmeraldo.

 

Repaso el mensaje cifrado que quizás él escribió con su propia letra:

 

“(…) Y todos volverán y los sacrificados seremos nosotros. Volverá el tiempo y apareceremos en una era que no es el nuestra para cumplir la última misión (…)”.

 

Su letra no es para nada delicada. Son como golpes de tintas sin ningún tipo de cuidado. No hay cortesía en sus palabras. Ni en fondo ni en forma. Es claramente algo escrito por un demente.

 

Sujetos como él no me pueden intimidar ahora. Sospecho que no es más que un fanfarrón. Es solo un terrorista cuya organización está en la ruina. Si ETA anunció un alto al fuego es porque sus miembros ya están quemados. Están muertos ahora. Solo, como Ander, se dedican a mendigar dinero en países como este.

 

Pero es justo eso lo que me interesa. ¿Quién o qué empresa daría dinero a una organización de este tipo? ¿Por qué? ¿Es que realmente el deseo independista es tan ciego? Yo creo que solo hay odio. Ya han dejado de ser terroristas. Ahora son solo tristes payasos que se la pasan pidiendo amnistías o convocando marchas mediante sus aliados. Ahora solo les quedan estos lacayos que se esconden detrás de fachadas democráticas. Mientras, en Francia, sus pocos esbirros se debaten entre mantenerse firmes, como retirados, en la lucha o dedicarse a sus familias. Me dan lástima. ¿Es este el movimiento que se supone amenaza con meternos en una ola de terror? Me dan pena. Solo les queda planes irrealizables. No se puede esperar más de una cúpula llena de idiotas y enfermos.

 

hotel plaza jpg
*el bar se encuentra en el primer piso de este lujoso hotel, el famoso Hotel Plaza.

 

Entro al bar. Es la segunda vez que mi voz se perderá junto a la de otros anónimos. Eso espera Ander. Él ya me vio. Reconozco a ese psicópata aunque ahora sé que es solo el títere de alguien más.

 

Me siento mientras él intenta una mirada amenazante y una sonrisa amigable. Nada de eso le sale. Es pura hipocresía. Es solo un fantoche de cuarta.

 

Yo: ¡Escúchame bien, pedazo de basura! ¡Yo no pienso discutir más contigo! No quiero saber nada de ti. Toma tu carta de mierda. Toma tus pendrivers. No quiero nada. ¿Me entendiste?

 

Ander:

 

Yo: ¡¿Entendiste o sos tarado?!

 

Ander: Siempre tan descortés… ¡Solo eres una cucaracha! ¡Presta atención…! ¡¡Sudaca hijo de puta!! Te di toda esta información y no publicaste nada. Eres un ingrato. Me decepcionas mucho, estimado Artyom. Parece que no entiendes.

 

Yo: ¡A mí qué mierda me importa tu información!

 

Ander: ¿Y esta carta? Supongo que ya dedujiste el mensaje cifrado.

 

Yo: No es más que la continuación de todos tus delirios. ¿Y quién eres?

 

Ander: Estimado Artyom, ¿acaso olvidaste nuestro encuentro en tu casa? ¿Crees que solo puedo hablarte por intermediarios como Esmeraldo? No, hay algunas cosas que prefiero hacer personalmente. Como hablar con alguien que goza de mi mayor estimación.

 

Yo: ¡Ya basta! ¡Vos sos solo un enfermito! ¡Me largo!

 

Ander: Tu hermano la pasa muy bien en España, ¿no?

 

Yo: ¿Te vas a meter con mi hermano?

 

Ander: ¿Por qué hablamos en tiempo pasado?

 

Yo: ¿Qué mierda quieres?

 

Ander: Tu hermano está bien, Artyom. No te muevas. ¿Por qué querías irte? Esto apenas comienza. ¿Es que realmente olvidaste lo que hicimos en Navarra?

 

Yo: No tengo idea. No te metas con mi familia. No me intimidas.

 

Ander: Tu cuerpo dice lo contrario, estimado Artyom. ¿Ya olvidaste cómo suplicabas que dejara de torturarte? Quizás fue mucha diversión para ti. Sí, a eso se debe que hayas olvidado todo.

 

Yo: ¿Qué quieres?

 

Ander: Daría lo que fuera para que lo recordarás. ¿Qué quiero? Tu complicidad, por supuesto. Quiero que lo mates.

 

Yo: No, no… ¿qué quieres?

 

Ander: ¿Es que no puedes encargarte de un buen amigo? ¿O te da tristeza conocerlo muy poco?

 

Yo: ¡Te puedes ir a la conchadetumadre!

 

Yo (sujetando a Ander): ¡A mí nadie más me volverá a manipular!, ¡¡¿Entendiste, enfermo de mierda?!!

 

 

Lo golpeé en la cara y el pelotudo de mierda no reaccionó. No hizo nada para detenerme. Dejé el bar. Verifiqué que nadie me siguiera. Caminé por unos pasajes. Luego me mantuve cerca a las avenidas centrales. Había gente. Por suerte. Sentía que en algún momento podía pasar algo. No eran ni las 5 de la tarde. Llegué a mi casa. Todo parecía estar en orden.

 

Ese día esperé lo peor. No pude dormir en la noche. Lo hice a las 5 de la mañana cuando ya no tenía más fuerzas.

 

Quizás es mi fin. Pero no me he convertido en el lacayo de un enfermo. Para mí esta es una gran victoria. He hecho lo correcto. Si llego a amanecer, seguiré saciando mi sed de justicia. Solo he dado el primer golpe. Me quedan muchos más. Me queda mucho más.

 

He estado durmiendo sin saberlo. Aparentemente llevo dos horas en este trance. O quizás no es un sueño. Creo que he sido secuestrado. Estoy en un lugar desolado sobre el que cae un velo de neblina. Todo el suelo es muy parecido. Todo está muerto.

 

No sé bien hacia dónde caminar aunque ya no me sienta agotado. Tengo la sensación de haber estado aquí antes.

 

No le encuentro sentido a seguir caminando. Esta caminata empieza a llenarme de hartazgo más que cualquier otra cosa. Empiezo a gritar de manera estruendosa y a putear esperando que algo vivo se asome.

 

Grito desesperadamente mientras corro hacia lo que creo es el norte. De repente noto que no puedo avanzar más. Me doy cuenta de que la zona acá es distinta. Hay más escombros que el resto de lugares y menos vegetación asesinada.

 

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

 

Ahora lo sé. Este es el lugar en el que todo ocurrió. Esta es la cueva de mi sueño. O solo lo que quedó. Del supuesto encuentro con la bruja Cecilia. Me han traído de nuevo a este lugar. ¿Pero qué le hicieron?

 

Empiezo a escuchar su voz. Es ese mismo hombre. Puedo ver su silueta. Lleva una extraña indumentaria. Es como una chaqueta de lana con inscripciones. No es la primera vez que la veo. Pero los símbolos me siguen pareciendo extraños. Él se acerca sin que medien palabras entre nosotros. Se detiene a unos 3 metros y empieza su parloteo.

 

Él: ¿Ya me has olvidado? Creo que este es el mejor escenario para tu muerte. Morirás en el mismo lugar que tu amigo.

 

Yo: ¿De qué hablas? Sácame de aquí. Yo no les he hecho nada. ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Cómo me trajeron?

 

Él: Eres una cucaracha. No te tengo que decir nada. Te daré una agonía prolongada. La basura como tú se lo merece. Primero verás como ultrajo a tu madre. ¿Prometes que lo disfrutarás? Luego la ahorcaré de una manera… delicada. Jaja. Vamos, Artyom, ríe un poco. Relájate. Solo la mataré. No soy tan cruel ni tan enfermo.

 

 

Ahora él está ensangrentado mientras yo lo asfixio. Su cuerpo parece ponerse cada vez más tenso como el mío. No entiendo qué pasa. Él ha desaparecido.

 

Ahora está a 5 metros de distancia. Se encuentra furioso y lleno de sangre. Pero se mantiene desafiante. Me dice que alguien del escuadrón Inguma no puede ser humillado de esa manera. Que pronto estarán completos para servir de nuevo a su líder. Se despide diciéndome que su líder me ha elegido correctamente. Me hace una reverencia y desaparece.

 

Reaparezco en mi cuarto y recuerdo una de sus frases (“¿Para qué matar al enemigo en la lucha si lo puedes asesinar en sus pesadillas antes de que amanezca?”). Luego leo los dos últimos párrafos de la carta de Ander (la cual parece que dejaron en mi cuarto junto a los pendrivers).

 

“(…) Combatiremos en la guerra de la que el destino realmente no nos apartó. Evitaremos la caída de nuestros guías a cambio de nuestra propia existencia.

Renaceremos en la nueva era con nuestros hermanos y no lucharemos jamás (..)”.

 

Son las 6 de la mañana. Sigo muy cansado. Estos sujetos son muy rápidos. Siento como si mi cuerpo tuviera cortes. No me detengo a revisarme. Encuentro una nueva nota.

 

“La violencia y la justicia son solo como hermanas distanciadas y no reconocidas. Saben en el fondo que lo son aunque el común de la gente grite que no es así. Ellas se extrañan, se buscan y se terminan por encontrar cuando es necesario”.

 

Otro mensaje firmado por Ander. Creo que esta vez yo fui el dopado.