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Visita a Aldo Andonegui («Ander Bertol», 17/07/2013)

*de Ander Bertol, dueño del 17,5% de este panfleto.

Aldo Marat

 

He tenido que venir a este mugroso país a verificar por mí mismo lo que pasa con este sujeto. Aldo ha arruinado la reputación de este diario y ha hecho que Javier renuncie. No sé qué le hizo pero estoy dispuesto a averiguarlo. Haga lo que haga este sujeto, lo denunciaré y haré que sufra cuando lo encierren. Él no sabe con quien está a punto de meterse. Tengo todo el poder necesario para que lo capturen. Aldo, muy pronto suplicarás por tu libertad. Y cuando lo hagas, te haré una oferta que beneficiará a ambos. Crees que tu identidad está a salvo gracias a las redes sociales pero llevo meses conociendo tu identidad. Aceptar verme en persona será el error más grande de tu vida.

 

Ese tonto me tiene esperando desde hace 15 minutos frente a su casa. No sé qué trama pero trataré de hacer esta visita lo más amigable posible. Dejaré que me drogue o lo que sea que le haya hecho a Javier. Luego mi equipo revelará la verdadera naturaleza de sus trucos. Y si descubro que es lo primero, te espera una condena muy generosa.

 

Por fin se ha dignado a abrir. Lo sabía. Ahora tu identidad está expuesta, ******. Le hago una seña a mis acompañantes y entro a su pocilga. Al menos veo el sofá y la televisión. Javier estaba en lo correcto.

 

– Aldo, ¿y ya te diste cuenta de que no tienes escapatoria? Espero esos textos para el primero de agosto. Me complacería si fuera antes pero tómate el tiempo que necesites para asimilar toda esa información.

– ¿Qué ganas con todo esto?

– Eso no te incumbe. Como dije hace unos días… odio a la gente que mete sus narices en un país ajeno y todos estos políticos y empresarios andan fisgoneando en mi país. Tú solo obedece.

– Ander, no pensé que fueras todo un patán. Haces quedar muy bien a nuestro género. Pero yo no me dejo someter ni por mujeres ni por hombres.

– Déjate de disparates absurdos. Solo dices imbecilidades. Esto es muy serio. Toma estos Usb´s y estos folios. Ahí tienes más información. Si quieres verdaderas noticias, serás inteligente, las leerás y las publicarás.

– ¿Si me niego?

– Si te niegas, pasarás una gran temporada en la cárcel.

– No puedes encerrarme. No he hecho nada.

– jaja ¿bromeas, verdad? Tengo todo un informe sobre tus delitos. Está en uno de esos Usb´s. Ahora, obedecerás. Me tengo que ir. Solo vine para ver tu estúpida cara y esa expresión de perdedor.

– ¿Hacer todo este viaje para verme? Sí que eres un estúpido. Además…

– ¡No tengo tiempo! Adiós.

– ¡Alto! Publicaré todo lo que me dijiste. Te destruiré.

– No te molestes. Yo mismo publicaré esta conversación. Me servirá como amenaza. Es genial encubrir todo esto como textos de entretenimiento. Ustedes me han sido muy útiles hasta ahora. Y ahora te tengo donde quiero, Aldo. Respeta a tu amo y ponte a escribir.

– Jajaja ¡eres un imbécil! Yo no tengo amos. Leeré tu basura y veré lo que quiera escribir.

– Así me gusta. Buen chico. Ahora… si me disculpas, debo atender otros asuntos.

 

Por fin dejaré esta casa. Sudaca.

Aldo ha empezado a reírse. No debo darle tiempo para sus juegos mentales. La puerta no se abre. Maldición. Debo empujarla con toda mi fuerza. Todo parece ponerse más oscuro. ¿Qué pasa? Aldo no me responde. Está dándome las espaldas mientras ríe de una manera extraña. Me dice puras estupideces. Debo irme antes de que este loco me haga daño.

Por fin. La puerta empieza a ceder. Se abrió.

¿Qué es esto? Es el interior. Estoy de nuevo en la sala. El exterior ha desaparecido. Hay dos salas. Todo está duplicado. Aldo me mira de frente. Volteo y lo veo de nuevo. ¿Qué está pasando? Hay dos de ellos. Debo mantener la calma. Debe haber algo que haga diferente la realidad de esta ilusión. Aldo comienza a hablar de una manera extraña. Su voz es diferente. Maldita sea. ¡Eso es! El viento. El exterior debe ser la zona más fría. Solo debo avanzar y acabaré con esto. ¿Qué sucede? Todo se mueve mientras camino. Es como si no me moviera. ¡Pero lo estoy haciendo! El que está al frente empieza a acercarse. Escuchó un pedido de ayuda. ¿Es mi voz? ¿Esa es mi voz? ¿Qué es todo esto? Debo atacarlo. Aldo ha recibido el golpe en la cara pero ni se inmuta. El que está a mis espaldas se ha desmayado. El que está al frente empieza a mutar en una cosa asquerosa. No puedo cerrar los ojos. Ahora recuerdo que no he podido cerrarlos desde hace media hora. Eso es. Ya sé lo que me hiciste. El monstruo me agarra los hombros y acerca su repugnante rostro a mi cara. Pierdo el conocimiento.

 

Recupero la conciencia. Mis ojos siguen abiertos aunque ya puedo cerrarlos por momentos. Me empiezan a doler. Estoy en un parque. Reviso mi celular y marca una hora inexacta. Según mi celular, he regresado 1 hora en el tiempo. Pero sé que es un truco barato. Llamo a mis acompañantes y les pido que me lleven. Nuestra investigación apenas acaba de comenzar. Muy pronto sabré qué es lo que me inoculaste y te demandaré, maldito sudaca.