Quizás es el único recuerdo de mi vida anterior. Nos reuníamos en una cueva. Mi maestro me pedía sangre virgen. Yo le daba la de algunas muchachas. Especímenes raros de corazón puro. Personas incapaces de odiar. Nos preparábamos brebajes para entrar en ese extraño mundo donde hacíamos las invocaciones.
Nuestros sentidos eran ampliados mientras olvidábamos el sufrimiento de nuestras víctimas. Para mí solo era un juego.
El día que todo se salió de control pensé que nunca había ocurrido. Me pasé 10 años de mi vida convenciéndome de que solo era un falso recuerdo. Eso me calmó hasta que una noche observé unas luces intensas que provenían del campo. Había regresado al lugar luego de errar por varios países impropios. Me acerqué. Reconocí las flores del ritual así como los cuerpos mutilados de los niños. El dijinni ya se encontraba en el cuerpo de su invocador. El pobre hombre se arrancó los ojos ante mi indiferente mirada. Yo estaba preparado. En ese momento hice el conjuro para sellar al demonio que me había atormentado por 10 años. Acabé con la vida de ese hombre y con la de mi anfitrión y me condené a vagar por este mundo hasta que apareciera mi contraparte.
Lamentablemente esto no fue posible así que 100 años después de no existencia tuve que tomar la mente de un joven. Gracias a él y a los asesinatos pude separar mi mente en 5 entidades y sellarlas en cinco personas distintas. De esta manera sería imposible que desapareciera nuevamente. Mi búsqueda me llevó por muchos lugares mientras iba cambiando de anfitriones, los cuales eran asesinados o morían de hambre.
El poder había envenenado mi alma. Pude recuperar la paz gracias a una muchacha. Me introduje en la mente de un inocente joven. Fue gracias a ese anfitrión que pude recordar la ternura. Me volví a sentir humano. Volví a tener una vida rodeada con gente que amaba pero todo eso cambió por culpa de una guerra. Tuvimos que escondernos. No sirvió. Acabaron con nuestro pueblo. Fue la segunda muerte que lloré. Antes de desaparecer pude usar mis últimas energías para volver a sellarme en 5 partes. No tenía la fuerza necesaria para hacerlo en cinco personas así que lo hice en cinco objetos que se activarían con el odio de quienes quisieran poseerlas. Dos de ellos fueron enterrados y otros dos enviados al mar. Nunca supe qué pasó con el quinto porque perdí el contacto luego de cubrir el último agujero. Había dejado de existir. Mis últimos pensamientos fueron sobre venganza y asesinatos. Me concentré lo suficiente para no olvidarlo en mi resurrección.
Todo eso sucedió hace menos de 100 años y hoy mis esclavos mentales harán posible mi venganza. Todo ha estado bien hasta que parientes de los genocidas se han cruzado en mi camino. Uno de ellos ha logrado traer al demonio que sellé. Y planea traer a los otros 4. Mi vínculo con mis anfitriones se ha roto hasta el punto de que he tenido que buscar otra forma de existencia no física. Ahora les escribo a mis antiguos anfitriones recordándoles el poder que puedo darles. Solo tenemos que sellar a ese demonio y asegurarnos de que los otros no sean llamados de la otra dimensión. Si no lo hacemos, ellos acabaran con el mundo. Tenemos que ir a Argentina a detener a la sacerdotisa. Sé que allá vive uno de los protectores. Solo con su ayuda podremos sellar al demonio.
No queda mucho tiempo.
A. D. A. C.