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Lo que (no) le debo al (neo)pragmatismo I (08/09/2013)

dos noctambulos cortado

 

El neopragmatismo, del cual soy un heredero dudoso, es la teoría más fascinante de todas. El mundo debe lamentar que Rorty y Davidson (-o «Rortidson»-) sean malentendidos (a propósito).

 

A Rorty, cuya paternidad sobre mis textos es cuestionable, se lo acusa de relativismo por escritos como «Textos y terrones» que están muy lejos de aclarar, por modestia y oscuridad, esa superación de la dicotomía relativismo/objetivismo que yo alguna vez vi en sus escritos.

 

Si Rorty solo hace bien en hablar de la postdemocracia y del «etnocentrismo suave» pues no hace mucho. Y en «Objetividad, relativismo y verdad» hace más que eso. Hace cosas que quizás él no nota. Y me lo confirma que parezca darle más importancia al consenso cultural y al giro lingüístico (lo que él entiende por eso) que a los marcos referenciales individuales que se interceptan en, usando sus palabras, un tejido que se amplía por unos lados y se hace viejo, se rompe, por otros. Sí, claro que es casi la misma teoría. La diferencia está en que repetir el desgastado discurso de verdad consensual lleva a malentendidos a todos. Es un error muy grave. Y sí no fue malentendido pues no hay mucho más que decir de ese autor anclado en su admiración por Wittgenstein y el lenguaje para el que un texto científico no es equiparable a un texto literario pero casi.

 

El lenguaje en Rorty está sobrevalorado. Él énfasis está mal hecho. No hay «realidad objetiva» en Rorty y sí en Davidson pero este último más parece un antropólogo que tiene a la cultura como un Dios. Y ofende porque es lamentable que no se profundice en algo tan brillante y explotable que tiene, está maldito, como antecedente un discurso lastrado por el enaltecimiento del lenguaje. No dicen mucho y lo original es tan ininteligible que ya eso no lo puedo comentar. ¿Kripke? ¿Lógica modal? ¿La teoría marciana de Davidson que ya he quitado de mis pesadillas?

 

Quiero terminar diciendo que Rorty es -porque para mí sigue vivo- (fue -o «presente histórico» para los quisquillosos-) tan inclusivo que por eso mete a todos en su club neopragmatista (con permiso o sin él) incluso después de muerto. No puedo ni quiero ser heredero de una propuesta fallida aunque bien escrita.

 

 

Max Aguirre Rodríguez