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Avance de «La crisis de los partidos políticos y las `clases´ azuzadas» («Perú», 15/11/2013)

– El texto final sale la próxima semana.

Alan, Ollanta y toledo

*de Max Aguirre y César Reyna.

 

Índice:

 

– Antecedentes
Una mutación hacia la subordinación

– Presentación
La clase emergente y su sumersión apolítica

– Introducción
La apatía juvenil y la política

 

Capítulos:

 

Partidos políticos.
• Historia de los partidos políticos en el Perú
• Definición universal de partido político
• Organización de los partidos políticos, según la constitución peruana
• Debacle de los partidos políticos
• Personalismo y transfuguismo
• Pujas y repartijas

 

Las clases azuzadas y domadas
• La televisión como domadora; la prensa como embrutecedora (¿y la radio?)
• Carencia de actores sociales y su impacto en la democracia
• El indio y la mujer: violentados hasta más no poder
• La clase emergente está sumergida
• Los jóvenes y su fetichismo hacia las marcas
• Un nuevo amanecer (inclusión homosexual vs Iglesia y Ejército)

 

La crisis en los partidos más representativos: los ejemplos de que algo anda mal
• Los jóvenes a la tumba, los viejos a la obra (el caso APRA)
• Fenómeno PPK: ¿una esperanza?
• Perú posible: el endorsement de las voleibolistas
• Acción popular: un partido que mendiga por votos
• El PPC y el caudillo nonagenario
• Ollanta y su partido
• ¿Qué es el fujimorismo?

 

 

 

 

La crisis de los partidos y las «clases» azuzadas

 

Antecedentes: Una mutación hacia la subordinación

 

En los 40´s, se inicia el primer traslado masivo de habitantes (“masivo” para los parámetros de la época). Esta primera migración es principalmente desde los poblados ubicados al margen de Lima. Es una migración costeña y, particularmente, limeña. Es llamada una migración de mano de obra.

 

Recién en los 50´s comienzan las migraciones que modificarían los rostros de Lima y que traerían consigo la proliferación de la prensa de masas (Gargurevich). Pero este choque, más que un encuentro, fue un desencuentro de la vieja oligarquía limeña reacia a cambios con los migrantes deseosos y ávidos por movilidad social. Por consiguiente, la migración alteró enérgicamente la estructura social.

 

En los 80´s, el terrorismo aceleró el proceso de migración, sí, pero no modificó lo que hasta hace treinta años se había iniciado: un choque cultural entre dos visiones del mundo. En los 70´s este choque había sido aún más traumático gracias a un general que quiso reivindicar a un sector al cual él había pertenecido (la clase media). Para los 90´s, el flujo hacia Lima disminuye a causa de las dificultades para conseguir trabajo, crear empresa y vivir cómodamente. Sin embargo, hubo cambios visibles tales como la liberación económica, la urbanización, la globalización y la expansión de los nuevos medios masivos de comunicación que aceleraron la modernización (Barbero 2000).

 

 

Presentación:

La clase emergente y su sumersión apolítica

 

En este trabajo no podemos ignorar los esfuerzos de Arellano, en su famoso estudio sobre migrantes, por clasificar a esta clase emergente pero advertimos que lo haremos desde un enfoque crítico. Su estudio es hasta reduccionista y no tiene en cuenta cómo son las modas las que subordinan al público a comprar despojándolos de individualidad y pensamiento crítico. Queda, como resultado, una población inerme ante la tiranía estatal. Además, llamarle clase emergente a un grupo de personas que se iguala en cuanto a gastos solo tiene en cuenta el aspecto económico pero no, como defenderemos, el cultural (en el sentido de alta cultura). Ni el político.

 

Ser emergente es hoy un orgullo gracias a la publicidad y a los intereses económicos que alientan el consumismo: esa “actitud” antes monopolizada, en palabras de Arellano, por los limeños de primera generación. ¡Hay que dejarse devorar pues por las compras compulsivas!

 

Otro aspecto interesante de la citada revolución de los emergentes es su impacto en la cultura. Pero ese impacto es tan solo en el de la cultura monetizada. Que artistas como Cherman puedan gozar de cierto prestigio es debido a que vende. Al igual que venden todos los artistas mediocres que desfilan por la televisión. ¿Dónde están los nuevos referentes de nuestra intelectualidad? ¿Y los nuevos pensadores? Los emergentes no están ayudando a que se cree un espíritu crítico ni a que se consolide una esfera pública sino que están facilitando que tanto la opinión pública como el espacio público se privaticen creando consumidores en lugar de ciudadanos (Klein).

 

Y es en este contexto que los partidos políticos tampoco contribuyen a crear una opinión pública ni esfera pública y, por el contrario, llegan a dinamitarla con, por ejemplo, carencia de elecciones primarias o ideología. Abunda el pragmatismo político. No digo que esté mal; solo digo que es así. Es discutible eso de acomodarse pero llama la atención tanto el transfuguismo como el aún superviviente personalismo. No hay ideas sino hombres carismáticos.

 

Y a esto hay que sumarle que algunas poblaciones (como la indígena) buscan ser representadas pero usualmente son estafadas por oportunistas que solo aparecen cuando hay un conflicto étnico para sacar provecho de esto y unirse a la jerarquía establecida contra la que luchaban. Normalmente estos líderes temporales se reciclan en algún partido regional con mayor o menor éxito.

 

Es así que los partidos se retroalimentan con la mediocridad de la gente apolitizada y alienada por el fetichismo hacia la mercancía. Es la eterna involución que lastra todo intento.

 

¿Y qué hace el Estado para revertir esta situación? Pues poco y pésimo. Y ese, aunque no lo parezca, es el tema central de este texto diseñado a manera de discusión entre dos autores en las que sus posturas se verán enriquecidas. También adelanto que las “clases” que abordaremos son los indígenas, los emergentes, las “mujeres empoderadas” y los jóvenes (entre otras). Dejo el suspenso y doy paso a este intercambio.

 

 

Introducción:

La apatía juvenil y la política

 

 

Desde hace más de un siglo, hasta hace 50 años, los jóvenes no han estado ajenos a la política. Hubo una fuerte participación política juvenil en universidades, movimientos y partidos surgidos en la mitad del siglo XX. Pero esto ya no es así. Los gobiernos de facto y las épocas de terrorismo fueron un paredón para la participación juvenil. En el año 2000, quizá la última convergencia juvenil de los últimos años, “La marcha de los cuatro suyos” conllevó a la unión de jóvenes para confrontar a un gobierno “travestido” democráticamente. Los jóvenes, como en los viejos tiempos, fueron la fuerza mayor que, ni la clase política, pudo enfrentar al gobierno Fujimontesinista. Pero fue una participación efímera.

 

Desde las indigentes políticas educacionales hasta la aparición de la televisión basura (desde Laura Bozzo hasta hoy con Esto es Guerra), las generaciones han sido amansadas y adormecidas. Normalmente el apoyo de los jóvenes a protestas no se debe ya a un auténtico interés político sino que se reduce a “pose”. Su posición es demostrativa y no argumentativa. Y mucho menos ideológica.

 

Fue el gobierno de Fujimori el más nocivo de los últimos 50 años. Resquebrajó la esfera pública ya agrietada por el gobierno de Velasco. Además, compró los medios y de manera subrepticia monopolizó la opinión pública. Los jóvenes entonces se vieron cegados por las cortinas de humo. En este contexto, los partidos se refugiaron por las persecuciones políticas. Fueron también acallados los periodistas opositores. Y los jóvenes fueron acusados de terroristas y muchos de ellos fueron asesinados.

 

La difusión de la mediocridad impartida por los medios generó que la población de jóvenes creciera con bajo interés hacia la política. Esto afectó de sobremanera el concepto funcional de los partidos políticos que se recogen en los jóvenes para crear ideales. Sin embargo, los ideales ya no son parte de los partidos, pues ahora estos están gobernados para establecer un fin mercantil. En estas épocas, los partidos políticos ya no tienen vigorosidad y ya nos son la incubadora de nuevos ideales y mucho menos se proyectan como fiscalizadores del gobierno entrante. Los partidos políticos ya no son instrumentos de participación ciudadana; se han convertido en negocio de algunos pocos que ven en ellos una oportunidad para encajarse en algún puesto del poder público para penetrar y corromper la mente de los jóvenes.

 

El fenómeno PPK, abordado en este texto, es una muestra de esta carencia de ideales aunque da cierta esperanza en apariencia. Será analizado en el segundo capítulo.