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Crónicas de un Peruano Blanco solo contra el mundo… («Sin editar», 09/06/2014)

*Tomado tal cual de El blog del disidente. El presente texto es una sátira que denuncia el mal llamado racismo inverso en Perú (racismo es racismo).

 

Crónicas de un Peruano Blanco solo contra el mundo…

solanum11

El cholo picho y el racismo

Mucho se me critica de racista, exagerado, petardista, reaccionario, clasista, resentido, entre otras cosas. Pero yo les pregunto, ¿no son esas las mismas características que tienen los caviares, comunistas y defensores de DD.HH.?

Y es que luego de leer todos los mensajes que me envían y los comentarios sobre mis publicaciones, me dedique a investigar un poco más sobre el racismo en el Perú, y me di con la sorpresa que todas las redes sociales y el internet hablan siempre sobre la discriminación al homosexual, al negro, al cholo, al judío y a la mujer.

Así que llamé a uno de mis mejores amigos, más conocido como “El picho”, apodo que le dan por su parecido con Aristóteles Picho (que en paz descanse) y le propuse realizar una investigación.

Mi pata, el picho, es un cholo power, agarrado y pepón; las mujeres lo adoran, y siempre se le puede ver con una que otra gringa burguesa de Miraflores de gustos exóticos, ya que el picho, tiene más plata que los Queirolo o Miró Quesada juntos. Ese cholo es economista de la universidad del Pacifico y tiene una maestría en una conocida universidad de New York. En conclusión, es un Inca moderno y pepón, como el mismo se cataloga. Ya que como el dice -si Toledo fue presidente con esa cara, yo puedo gobernar el mundo-

El cholo picho y yo fuimos por separado a una conocida discoteca en Los Olivos, nos paramos en la cola uno detrás del otro (por si acaso defendernos mutuamente en caso de emergencia) y esperamos como cualquier otro mortal el llegar a la puerta de la discoteca.

Ni bien me paré para formar cola, empezaron los problemas, dos chicas las cuales se notaban estaban con varios tragos encima, me miraron extraño y me lanzaron dos besitos, al notar esto, tres sujetos se me acercan y me dicen. –Qué pasa pituco, ¿qué haces aquí y no en Miraflores?- me gritaron de forma agresiva mientas portaban en una mano una botella de cerveza. El picho se preocupó un poco, así que volteo y les dijo –vienen conmigo, barrio, cual es el problema ¿les jode?- los sujetos no se esperaban que alguien me defendiera de esa manera, y al ver al cholo agarrado que tranquilamente se tumbaba a los dos de un solo golpe, solo atinaron a disculparse –todo bien barrio, no pasa nada-

Al llegar a la puerta, los de seguridad simplemente te pedían que canceles el derecho a la entrada; te daban una boleta, te revisaban, y listo sin mayor problema podías entrar, para las mujeres era mucho más fácil, ya que no las revisaban y tenían el ingreso libre sin pago hasta la una de la madrugada.

Cuando me tocó cancelar a mí, el de seguridad no me revisa y comenta –este tiene pinta de pituco monse, que pase nomas- le comento a su compañero, al llegar a la caja la señorita me dice son 80 soles joven- yo me quedé asombrado –pero yo tenía entendido que eran treinta soles- le respondí –si joven, pero eso es para socios y usted no lo es- así que en silencio, por no ser “socio”, simplemente pague el monto que me pedían.

El cholo picho el cual nunca había ido a ese lugar, había pagado tan solo treinta soles y no le hicieron tanto roche para entrar. Ya adentro de la discoteca, ambos decidimos permanecer juntos, sobretodo por mi seguridad, ya que la gente me miraba de manera recelosa y extraña –mierda- pensé –lo que debió sufrir el Gringo Carl cuando vino a estos lugares con su mujer por primera vez-

El cholo picho y yo, decidimos buscar una mesa, el local era enorme y estaba repleto de gente; en la parte norte se encontraba el estrado en la que una orquesta estaba tocando, un maestro de ceremonia que permanentemente preguntaba quiénes son mejores, las mujeres o los hombres.

Esta pregunta, generaba un enorme caos entre los participantes ya que, tanto hombres como mujeres, gritaban eufóricos levantando los brazos con cerveza en mano.

Finalmente el cholo picho y yo, conseguimos una mesa desocupada, pedimos una jarra de cerveza, y nos sentamos. Luego de unos minutos, se me ocurre ir al baño –cholo, espérame acá que yo voy al baño, si nos vamos juntos perdemos la mesa- le dije –sale brother pero ten cuidado, cualquier huevada manda alerta al nextel, yo estaré atento-

Mi viaje al baño luego de varios metros, se vio interrumpido por un sujeto que claramente en tono provocador me golpeo con el hombro fuertemente, luego de su hazaña, se va a su mesa de manera soberbia a lucirse con sus amigos y amigas, todos reían.

Yo no dije ni hice nada, ya que este seria para mí el peor lugar para buscar problemas y, al parecer, ellos también lo sabían ya que fueron ocho sujetos distintos los que de manera agresiva me golpeaban o pechaban sin que yo les diera motivo aparente. Eso sí, la frase –cuidado pituco- nunca faltaba.

Hasta que finalmente logre llegar al baño.

Ni bien entré cause furor entre los meones y cagones que en aquel lugar se encontraban, ya que todos voltearon al mismo tiempo a verme, y los que estaban cagando, abrieron las puertas mientras estaban sentados solo para verme. Mi destino estaba escrito, había dos sujetos que estaban corriendo droga, uno que estaba tambaleando de borracho sobre el caño, un negro alto de casi dos metros que golpeaba a uno de su misma raza pero mucho más pequeño que él. –Mierda- pensé.

Entre delicadamente y sin mirar a nadie a los ojos, pero aun así sabía que todos ellos me miraban fijamente. Hasta que finalmente –que pasa barón, ¿estás perdido?- no respondí nada, solo continúe mi camino –este es el huevon que andaba con un causa en la cola, que pasa choche, no hablas, malcriado eres causa- insistió el sujeto hasta que otro interviene –déjenlo al burgués ese, seguro se perdió, o quiere dársela de chévere con el pueblo- se quedó callado, se acercó a donde yo estaba orinando y sin importarle nada continuo: –nosotros somos los verdaderos peruanos, cholos de corazón, la raza mestiza, maldito españolete- Ya resignado me subí el cierre del pantalón, ajusté el culo,  me arme de valor y mientras buscaba mi celular para llamarlo al cholo picho – tranquilo brother, no estoy molestando, solo estoy aquí porque conozco al dueño- respondí –pues el dueño no te conoce chochera, eso lo puedo asegurar yo- me respondió el negro de dos metros –¿y quien eres tú?- le respondí con más valor –soy el dueño pes concha tu madre y yo no te conozco-

Mi celular y mi billetera habían desaparecido, en uno de los ocho golpes que recibí camino al baño seguro también me robaron mis cosas. –ah!! ¿Tú eres el cerdo capitalista que cobra estos precios tan caros en este lugar?- preguntó aquel que hace un rato me acusaba de españolete –yo soy de la San Marcos, tengo estudios y tengo conciencia política y racial- continuó; – yo cobro lo que me da la gana serrano concha tu madre- gritó el negro mientras se pechaba con el san marquino –señores por favor basta – les dije tratando de tranquilizar las cosas y mientras los que estaban sentados en el inodoro entreabrían sus puertas para ver que sucedía –calla pituco de mierda- me respondieron ambos al mismo tiempo.

Fue en ese momento en el que gracias a todos los apus, aparece el Cholo picho –brother ¿todo bien?- pregunto el cholo mientras observaba lo que ocurría, el negro, al verlo –manya, ¿Qué hace un serrano pituco por estas zonas?- preguntó –a quien choleas negro de mierda, mejor serrano que negro huevon- respondió picho; el negro, molesto, drogado y muy borracho se fue contra el cholo picho con un puñete quien lo recibió sin inmutarse, el cholo picho le respondió con una tanda soberana, el san marquino quiso intervenir pero lo detuve con una patada, dos sujetos se levantaron del inodoro se subieron el pantalón y salieron en nuestra defensa cuando los sujetos que conocí en la puerta trataron de “chuzearme”, fueron los cinco minutos más largos de nuestra vida, la gente entraba al baño y sin saber que sucedía entraba al pleito, empezaron a aventarse los espejos, jabones y se rompieron los lavaderos.

Finalmente el cholo picho, yo, el negro, el san marquino y todos los demás terminamos todos juntos en la misma comisaria.

Todos salieron pagándole al policía veinte soles… A mí, como era lógico, me cobraron cuarenta.

Pero eso si, todos hablan del racismo de Larcomar…

Solanum Tuberosum