*Tomado tal cual de El blog del disidente.
Crónicas de un Peruano Blanco solo contra el mundo…
Un Paseo por el cementerio…
¿Han ido al cementerio un primero de noviembre?
Pues hace poco fui a visitar a mi abuelo al Presbítero Maestro, el cual, ahora es un museo y me asombré del cambio.
Recuerdo que eran las ocho de la mañana y yo, pensando que había poca gente, me di con la sorpresa que desde la Av. de los Incas el tránsito era espantoso, pero ni pensar en bajarse y caminar, ya que todos los hijos de cinco esquinas y aprendices de Tatan vienen de conocidas zonas para delinquir desde esta área hasta el cementerio. Usted se dará cuenta de esto cuando un enorme y robusto sujeto con un tatuaje de Sarita Colonia en la espalda, le jale de modo confianzudo la cartera, se tome la molestia de revisarle la billetera, y aventar sus documentos al piso, todo esto ante la vista y paciencia de todo el mundo y con la mirada llena de incredulidad por parte de usted, ya que el ladrón no se tomó la molestia de correr ¿para qué? Con tanta gente podría tropezar.
Pero bueno, eso en el caso de que usted se baje antes del cruce con la Av. Ancash, a partir de allí si puede caminar, no porque sea un lugar seguro, sino porque la avenida ha sido cerrada por los vendedores, y no le quedará de otra que pagar y bajarse.
Al caminar, tenga cuidado, no se vaya a tropezar con algún animal, no con ratas de alcantarilla o perros de barrio, sino con la víbora que se le escapó al selvático que tiene un espacio para vender carne de serpiente y caparazones de tortugas cuadras más allá, y que de modo irresponsable y desfachatado dice: -nadie se muere por una mordidita de víbora- al terminar de mencionar esto, se da media vuelta, sonríe y regresa a su puesto de trabajo, eso significará para usted, querido lector, que el sujeto desistió de la búsqueda de su “pequeño” animal. Así que, lo más recomendable es que usted camine por el lado izquierdo que da con el cementerio Presbítero, aquella zona en la que se vende exclusivamente comida como ceviche con tallarín acompañado de la infaltable huancaína, y no me refiero específicamente a la salsa, aquel delicioso plato típico, sino a la “cholita” que de un modo brusco y poco femenino, te invita a comer casi a empujones –te regalo una cerveza, por la compra de cualquier menú- grita
Sinceramente, no le recomiendo que coma en estos lugares, sobre todo porque cuando usted continúe caminando, cuadras más allá, verá cabezas de chancho en la mesa, rodeadas de cebollas, lechugas, pan, salsas y como ingrediente especial, triquina.
Pero no se preocupe, media cuadra más allá por el lado derecho de la avenida, aquella que da con el lado del cementerio de “El Ángel”, varios sujetos le ofrecerán pomadas y extraños brebajes para curar cualquier enfermedad, es decir, si usted camina por el lado izquierdo de la avenida y come pan con chicharrón, podrá curarse con tres gotitas diarias de extractos de zuri mezclado con la sopa, en cinco a seis meses, no se preocupe, porque ya ninguna enfermedad lo acosará. Y si por esa casualidad de la vida usted decide caminar por el lado derecho de la avenida y algún insecto o rastrero fugitivo lo muerde, haga usted dos cosas, Primero, dígale al selvático que encontró su animal y segundo, existen las propiedades de la crema de hongos de la selva, aquella que con solo frotarla en el área afectada de la piel, tres veces por semana, usted quedará curado. Y supongo ha de ser cierto, ya que si no le sale la cicatriz de la herida, le saldrán cantidad de infecciones y entonces, es en ese momento, que quedará curado, y nunca más confiará en alguien que le ofrece una pomada mágica y que se hace llamar “Doctor Mortem” especialista en todo mal. Tal como está escrito en su cartel de cartulina en el suelo.
La seguridad por parte de la policía intenta hacerse presente, y usted lo notará cuando vea a dos o tres miembros del escuadrón de emergencias comprando estuches para sus pistolas y cuchillos de navaja automática; o simplemente un repuesto para su radio, no con la que escuchan música, sino con la que se comunican entre ellos, y cuyas baterías a ellos mismos les roban.
Después de ver esto usted se sentirá muy seguro, pero solo por un momento ya que de pronto también podrá ver como un sujeto le saca la billetera a un pobre anciano que sin darse cuenta sigue con su camino, el ladrón sacará el dinero y le dará una o dos monedas a un supuesto sacerdote que le cuidó las espaldas por si venia algún representante de la ley, esos que metros más allá, juegan con sus nuevas navajas recién compradas. Sarcásticamente el ladrón, mientras guarda el dinero robado, se persigna de modo muy piadoso, nos daremos cuenta entonces que este, ha sido su primer robo.
Pero en la puerta del cementerio ya todo va cambiando, usted ya no ve comida, solo una que otra señora que ofrece guaguas, aquel pan típico de la sierra que solo se prepara el día de los muertos y que tiene forma de bebes envueltos con una frazadita. Esto es lo único que posiblemente valga la pena comprarse. Ahora, si usted tiene otro tipo de preferencias puede comprarse 3 dvd’s de música por diez soles, y si es amante del séptimo arte, también puede conseguirse vídeos de todo tipo cada uno a cuatro soles, títulos como “Los verduleros y las sevillanas”, “Noches calientes” o “ el orgasmo de la perricholi”, eso sí, las de estreno están dos soles más, aclara el vendedor.
Dentro del cementerio del ángel, ya no hay vendedores ambulantes con la misma cantidad que hay afuera, lo que si abundará serán los que ofrecen nichos o espacios en otros cementerios como Jardines de la paz, Campo Fe, Funeraria la Molina y Jardines de la esperanza, son estos los más importante y los que más novedades le ofrecerán, por ejemplo, existen velatorios con cuartos privados, computadoras, internet, fax, teléfono, tv, blue ray, cd, dvd y equipo de música, solo para los muertos más exigentes.
Ya cuando usted llegue al fin a ver la tumba de su ser querido, le limpie la lápida; o bueno, lo que quede de ella, ya que es muy posible que este quiñada o palanqueada para poder robársela, si esto no le sucedido a su lapida, ha tenido mucha suerte, le dejará flores y mientras lo hace, unos danzantes de tijeras le ofrecerán sus servicios –“somos las tarántulas del camino- le dirán, pero no se inquiete, si tiene otros gustos podrá hallar de todo, música criolla –guitarra y cajón, pa’ alegrar al más llorón- Le dirá un moreno vestido de saco y corbata acompañado de tres personas más con el mismo uniforme, si la persona es un poco más alegrona podrá hallar música mexicana, charros vestidos con todas las de la ley, hasta hacen trucos con la pistola, que si estuviera cargada o fuera de verdad, más de un visitante pasaría a ser residente del cementerio. Al final de cada presentación, el cantante le dará una tarjeta que dice: “Charros mexicanos, Lobos del norte”, Sergio Mamani, contador público colegiado, más abajito, el número de dicho charro profesional.
Al irse, tenga cuidado cuando quiera visitar la cripta de algún ex presidente o héroe, ya que no faltará algún transeúnte que se dedique a pregonar lo traidor que fue –por este imbécil perdimos la guerra con Chile- gritaba un señor frente a la tumba de Piérola.
Por ello, cuando note varios escupitajos en la puerta de alguna cripta tenga la certeza de que está ante alguien que figura en los libros de historia, para bien o para mal. Pero no solo tenga cuidado con los escupitajos, ya que están tan borrachos que lamentablemente se equivocaron y terminaron bailando sobre su pobre abuelo, luego que usted los bota, nunca faltará un anciano que apoyando su causa dirá, “-el único error de Pizarro fue no acabar con tanto serrano que hoy nos invade”- al terminar de decir esto, indignado continuará con su camino, al igual que usted.
Solanum Toberosum.