Reboot
Cap11
El enfrentamiento con el último vetala. Aparece el traidor
*El sexto, cuyo heredero es el noveno.
La oscuridad nos consumía ¿Era esta su versión absoluta? ¿Era esta la última parada? Julián, Isabel, Gil y yo. Ni siquiera los ojos de quien abrazó la muerte sirvieron. Su presencia ahora no existía. No supimos cómo traspasamos esa pesadilla.
Llegamos a un lugar también dominado por la oscuridad. Era una montaña cuyas rocas parecían arder. Pero no quemaban. No había ni sol ni luna. Solo pude ver a Gil y recordar a nuestros dos viejos amigos sellados. Entendí que hoy podría sumarse un nuevo sacrificio. ¿Quién cambiaría su existencia por la de sus amigos? Ni Isabel ni Julián, ambos débiles, podrían cargar con esa tarea. Y Gil aún debía crecer. Esta era mi batalla.
Busqué al monstruo y pude detenerlo. Isabel parecía estar muerta y Julián se encontraba bastante exhausto. Ante mí estaba esa cosa que parecía estar hecha de una luz oscura. No tenía rostro pero podía sentir el peso de su mirada. No intercambios ninguna palabra. Empezó a atacarme. Apenas podía esquivar sus embestidas. Sus brazos eran como cuchillas. Logró herirme.
Ese fue el momento. Sabía que moriría. Continué siendo apuñalado hasta que el demonio me dio la estocada final. Su mano se enterró en mi abdomen y pude contraatacar. Lo congelé en el tiempo y sellé su piernas con el suelo. Lo acuchillé simultáneamente en cinco zonas distintas de su cuerpo. Eso fue todo lo que pude hacer. Ya no me quedaban energías. Y empecé a perder mucha sangre.
Gil fue a rematarlo pero la bestia se soltó y lo lanzó a diez metros. Gil logró teletransportarse las veces que fueron necesarias pero el vetala seguía superándolo. Isabel también intentó ponerse de pie. Julián tampoco se había dado por vencido. Yo, sin energías y esperando la muerte, ya no podía hacer más.
Pero el demonio comenzaba a mostrar lentitud. Su velocidad seguía siendo impresionante pero había una diferencia, aunque casi insignificante, que podría aprovechar Gil. Julián también aprovechó su agilidad para cansarlo. Isabel decidió hacerse a un lado y curarme las heridas.
No fue suficiente. Julián fue herido de gravedad en el pecho. Y Gil terminó extenuado. Pude protegerlo con un muro de piedra que fue aniquilado fácilmente por el vetala. Gil iba a morir.
Yo, el cuarto sugaar, quien tiene control sobre los elementos y el tiempo, había fallado. Pero un portal dimensional fue abierto. Finalmente él había llegado al campo de batalla. El noveno sugaar, quien juró eliminar a cada uno de sus camaradas, el traidor, él único de nosotros que no conoce la muerte. Él le hizo frente al vetala. Era como una pelea entre dioses. Y el ganador iría por nosotros.
Tenía que acumular todas las energías que pudiera. Julián y Gil también estaban siendo sanados. El vetala seguía con una velocidad sobrehumana pero el noveno contaba con una barrera que impedía todo ataque. También usaba su brazo como un arma punzante y podía regenerarse a voluntad si lograba ser lastimado.
El vetala parecía desesperarse y atacar cada vez más rápido. Logró atravesar la barrera del noveno pero este sujetó su brazo con el suyo. El noveno, a diferencia del sexto, no era un zoomorfo perfecto pero, en cambio, podía modificar partes específicas de su cuerpo. Su brazo era como una serpiente monstruosa que emanaba un veneno capaz de inutilizar articulaciones. Pero el vetala no parecía tener nada de eso y sin embargo su brazo había dejado de moverse.
El vetala cortó el brazo derecho del noveno y este, al separarse del vetala, le arrancó el miembro derecho al demonio. El vetala ahora sí veía mermada sus fuerzas. El noveno siguió atacando pese a la impresionante pérdida de sangre. El hombre que había jurado asesinarnos se desplomó. El vetala, con sus fuerzas reducidas, parecía mirarnos. Ya nadie lo estorbaba. ¿Tenía conciencia este monstruo? Era hora de que los 4 usáramos un plan suicida. Dos de nosotros deberían condenarse a vagar eternamente en una prisión dimensional.
El noveno intentó un ataque a traición. El vetala no se lo esperaba. Pero no fue el fin. Todo el ambiente fue iluminado y el noveno fue repelido.
El noveno había sido vomitado de su anterior cuerpo. Ahora se encontraba completamente ileso. El vetala era más humanoide de lo que habíamos pensado. La luz comenzó a extinguirse y a mostrar quién la arrojaba hacia nosotros.
Era Aitor, el líder del mítico escuadrón Inguma. Aquel que había reencarnado en Artyom Reshetnyak. ¿Era nuestro aliado? Corrió hacia el vetala y lo ataco sin piedad. El cuerpo del monstruo parecía deformarse con cada golpe. Lo dejó tirado en el suelo y atacó al noveno. Aitor lanzaba unos rayos de luz que parecían darle una fuerza espeluznante. El noveno ya solo parecía esperar su muerte. Comenzó a huir. En este mundo sus poderes eran inútiles. El vetala le había tendido una trampa. No había forma de manipular la realidad de este mundo.
La luz en Aitor empezó a terminarse. El noveno dejó de escapar. Ahora era oscuridad lo que emanaba de Aitor. El ambiente se tornó muy frío. Me sentía paralizado. Y mis camaradas, ya recuperados, parecían padecer lo mismo. Algo surgió de Aitor. Todos escuchamos una voz que parecía provenir de todas partes. Era una voz afilada que cortaba todos nuestros pensamientos. Algo salió de Aitor. Algo que nos hacía temer al verlo. Pero era solo una cosa. Era una energía amorfa. Era el original Vetala. Este emergió de Aitor para fusionarse con el vetala con el que habíamos estado batallando. Ahora el monstruo estaba completo. ¿Cuál era su poder ahora? Julián me dijo que el sexto apenas pudo con él. ¿Era tan temible este monstruo ahora? Aitor cayó inconsciente.
Vetala, el original, jamás había sido sellado del todo. Logró colocar un poco de sí mismo en Aitor. ¿Pudo el sexto sugaar no saber de esto? ¿Habría el sexto replicado este procedimiento para alcanzar la inmortalidad? El noveno nos lo confirmaría. El sexto sugaar aún estaba en esta dimensión y él planeaba resucitarlo. Luego confesó que el vetala era solo un experimento y que ahora debía ser desechado.
Vetala tomó una forma aún más humanoide y nos dijo que él manipuló el sexto al punto de hacerlo ansiar la inmortalidad. Se identificó como su maestro y reveló ser parte humano. Mostraba un rostro que apenas estaba cubierto por una piel morada y viscosa. Sus ojos parecían ciegos y su cabello se veía blanco y muerto. ¿El sexto, nuestro mayor enemigo, fue víctima de los susurros de este monstruo?
*Batalla en la que el sexto fue sellado por el primero y el segundo.
El sacrificio de dos de mis camaradas quizás habrían sido en vano. Pero este Vetala no podía tener el mismo poder que el original. Mucho de él sí había desaparecido para siempre. Además, solo nos quedaba pelear. Vetala alcanzó al noveno con el menor esfuerzo posible. Le encestó un golpe que pareció romperle todas las costillas. Vetala había recuperado el brazo que el noveno le cercenó y uso este para torturarlo. El noveno solo intentaba alejarse.
Vetala había caído en la trampa. Los subordinados del noveno lo habían estado esperando. Eran tres de la élite Inguma que inmovilizaron al demonio. Sería su fin. El noveno volvió a mudar de cuerpo y entre los 4 rodearon a la víctima. Vetala empezó a desintegrarse. Su forma actual dio paso a la anterior. Y la anterior empezó a difuminarse. Pero los 4 estaban agotando todas sus fuerzas. No pudieron sellarlo. Vetala salió enfurecido. Parecía una bestia insignificante. Supe que ahora podríamos vencerlo. Mató a los 3 Inguma e hirió de gravedad al noveno sugaar.
Julián, Gil y yo atacamos al demonio. Este ya no tenía la velocidad que nos dejó a punto de morir. Julián pudo golpearlo. Gil lo teletransportó a 10 metros de altura y lo hizo caer. Yo lo rematé con rocas en forma de estacas. Vetala ya no podía moverse. Gasté mis últimas energías en atravesarle su cabeza con una estaca de piedra que emergió del suelo rocoso que había soportado la batalla. Fue su fin. Pronto saldríamos de este lugar. Pero el noveno logró herir de gravedad a Julián e intentó lo mismo conmigo. Gil se interpuso.
El noveno logró su objetivo. Isabel ya no tenía energías para salvar a Gil, el octavo sugaar (este decidió que salvaran a Julián… la herida de Gil era irreversible).
El noveno miró a Julián y le recordó que su memoria estaba sellada y le dijo que él solo estaba siendo manipulado. Pero el único que se había dejado envenenar era él. Yo había fallado pero juré que yo mismo me sacrificaría para detenerlo. El sexto y él eran los verdaderos miembros inferiores. Ellos se habían dejado dominar por su temor a la muerte.
El octavo por fin había entendido el valor de los lazos. Desde la perspectiva de un dios la vida de un humano es casi como un pestañeo pero nosotros, que hemos renunciado a esa pretensión, sabemos que los individuos como Gil jamás morirán. Hemos heredado su voluntad y él siempre vivirá en nosotros. Nuestro camarada. Nuestro amigo.