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Contradicciones y verdades del movimiento feminista por la…¿Igualdad? Parte I.

 

 

Por El Gato de Hegel

La historia del feminismo como sistema ideológico propiamente dicho, comenzaría con la Ilustración europea de los siglos XVII y XVIII (Aún cuando existieran antecedentes en la Edad Media; bajo la figuran de la novelista Christine de Pizan), siendo su principal exponente la justamente famosa Olympe de Gouges, quien en respuesta al papel de relegación que los autores ilustrados y la propia Revolución Francesa dirigida en aquél momento por Maximilian Robespierre otorgaban a las mujeres; decidió dar una contundente respuesta a tal ignominia, redactando la famosa, Declaración de los derechos de la Mujer y la Ciudadana, que le costaría su posterior ejecución.

Pasaría bastante antes de que alguien mas retomara sus banderas, tocándole el honor a la británica Mary Wollstonecraft, también escritora y autora de la Vindicación de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana.

En España, Josefa Amar y Borbón, miembra de la Sociedad de los Amigos de París, fue el rostro visible del feminismo durante a Ilustración española. Su legendario Discurso en Defensa del Talento de las Mujeres, puede aún ser encontrado en Internet.

Entre los hombres que destacaron en el incipiente feminismo, nos encontramos con el británico John Stuart Mill o el francés Nicolás de Condorcet; y, como no, con el alemán Karl Marx y su igualmente ilustre colega Friedrich Engels.

Imposible no nombrarlos. Serían ellos quienes otorgarían las base intelectuales de la posterior evolución del feminismo; al gestar la frase; «el hombre es la burguesía y la mujer es el proletariado». En efecto, era lógico que el creador del Materialismo Dialéctico no iba a abstenerse de aplicar su teoría de la lucha de clases a las evidentemente desiguales hasta lo opresivas relaciones de género de la sociedad occidental de su época. En su obra, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, Friedrich Engels asevera que la opresión de la mujer a manos del varón sería un derivado directo de la aparición de excedentes: Siendo  ellos los que trabajaban fuera del seno educativo, fueron capaces de acumularlos como propiedades personales en un largo proceso que condujo al práctico control sobre la economía colectiva, pudiendo así privatizar a las mujeres de una forma en que jamás se había visto. Al respecto, Engels nos dice que: El hombre tomó el mando también en el hogar; la mujer fue degradada y reducida a la servidumbre; se convirtió en la esclava de su lujuria y en un mero instrumento para la producción de hijos…. Para asegurar la fidelidad de su mujer y por tanto, la paternidad de sus hijos; es entregada sin condiciones al poder del marido; si él la mata; solo está ejerciendo sus derechos[…] siendo carácter específico de la monogamia solo para la mujer, pero no para el hombre””. Mientras que los actos de infidelidad de las mujeres, son duramente condenados, sin embargo, se consideran “honorables en el hombre o, en el peor de los casos, un leve pecadillo contra la moral que se puede asumir alegremente”.

Autores  como Rosa Luxembourg o Lev Trotsky.

Estas ideas (En absoluto inexactas cuando fueron planteadas), combinadas con el gramscianismo posterior y las ideas de la Escuela de Frankfurt; son las bases ideológicas del feminismo de la Tercera Ola, del que se hablará mas adelante.