Por El Gato de Hegel
Hace tiempo que tengo ganas de hablar sobre la vida y obra de Oswald Spengler, filósofo e historiador alemán nacido en 1880, padre de una de esas obras que es necesario rescatar.
Estamos hablando por supuesto de La Decadencia de Occidente; que, como su nombre lo indica, presagia la pronta caída del Imperio occidental, construido a lo largo de dos milenios. Pero antes de explicar la razón de esto y la tesis central del libro, hay que aclarar algunos mitos y hablar un poco de contexto histórico. Es en principio falsa la relación que algunos, desde la mas supina ignorancia, establecen entre Spengler y el nazismo como movimiento. Realmente, el tuvo serios problemas con el movimiento nacionalsocialista al considerarlo un símbolo de la decadencia occidental.
Para entender a Spengler es siempre necesario comprender que su visión de la historia no es lineal, como en Occidente; sino cíclica.
Según Spengler, el centro de la historia de la humanidad no son las clases (Marxismo) o las razas (Como exponía el fascismo); sino las altas culturas, aquellas que por su grandeza logran dejar una profunda huella en la historia de las sociedades humanas. Son ocho: La china, india, griega, romana, egipcia, la cultura árabe (Que el llama mística), la cultura mexicana (Que incluye a aztecas y mayas) y la europea-occidental.
Afirma también que cada una de estas culturas tuvo (En el caso de la última, aún tiene) un espíritu particular, que se refleja en un símbolo máximo alcanzado en algún momento de su historia, tras el cual comienza la cristalización de la cultura, a la que el llama civilización.
Así, por poner un ejemplo, los egipcios eran una cultura ascendente, preocupada por la otra vida. Su símbolo máximo es, como se podrá intuir entonces, las pirámides. Los griegos se preocupaban por observar la trascendencia en el momento, siendo su arte y su filosofía su símbolo máximo.
Siguiendo esta línea, Spengler llama a la cultura europea-occidental fáustica (Quizá en referencia al Fausto de Goethe): Una cultura que se ve marcada por la ascendencia infinita, por un crecimiento constante, intentando llegar, aún sabiéndolo imposible, hasta el infinito, por el simple hecho de crecer. Ese es el espíritu de Occidente.
Pero ocurre que al cristalizarse la cultura y volverse civilización; esta pierde también su espíritu y comienza la era de decadencia hasta la extinción.
Los períodos de decadencia se caracterizan por un auge del hedonismo, por la plutocracia (El sector finanzas, el último orejón del tarro; elevado a la cúspide del sistema). Son tiempos de igualitarismo contra toda funcionalidad, de liberalismo disfuncional también. Podrá reconocer el lector, entonces, por que Spengler tituló a su libro La Decadencia de Occidente.
Pero no hay que perder, por ello, las ganas de luchar. Spengler solía decir que no se debe renunciar al deber de la lucha, ya para no convertir una crisis en decadencia o para dejar algo a la descendencia de nuestra cultura.
Estamos hablando por supuesto de La Decadencia de Occidente; que, como su nombre lo indica, presagia la pronta caída del Imperio occidental, construido a lo largo de dos milenios. Pero antes de explicar la razón de esto y la tesis central del libro, hay que aclarar algunos mitos y hablar un poco de contexto histórico. Es en principio falsa la relación que algunos, desde la mas supina ignorancia, establecen entre Spengler y el nazismo como movimiento. Realmente, el tuvo serios problemas con el movimiento nacionalsocialista al considerarlo un símbolo de la decadencia occidental.
Para entender a Spengler es siempre necesario comprender que su visión de la historia no es lineal, como en Occidente; sino cíclica.
Según Spengler, el centro de la historia de la humanidad no son las clases (Marxismo) o las razas (Como exponía el fascismo); sino las altas culturas, aquellas que por su grandeza logran dejar una profunda huella en la historia de las sociedades humanas. Son ocho: La china, india, griega, romana, egipcia, la cultura árabe (Que el llama mística), la cultura mexicana (Que incluye a aztecas y mayas) y la europea-occidental.
Afirma también que cada una de estas culturas tuvo (En el caso de la última, aún tiene) un espíritu particular, que se refleja en un símbolo máximo alcanzado en algún momento de su historia, tras el cual comienza la cristalización de la cultura, a la que el llama civilización.
Así, por poner un ejemplo, los egipcios eran una cultura ascendente, preocupada por la otra vida. Su símbolo máximo es, como se podrá intuir entonces, las pirámides. Los griegos se preocupaban por observar la trascendencia en el momento, siendo su arte y su filosofía su símbolo máximo.
Siguiendo esta línea, Spengler llama a la cultura europea-occidental fáustica (Quizá en referencia al Fausto de Goethe): Una cultura que se ve marcada por la ascendencia infinita, por un crecimiento constante, intentando llegar, aún sabiéndolo imposible, hasta el infinito, por el simple hecho de crecer. Ese es el espíritu de Occidente.
Pero ocurre que al cristalizarse la cultura y volverse civilización; esta pierde también su espíritu y comienza la era de decadencia hasta la extinción.
Los períodos de decadencia se caracterizan por un auge del hedonismo, por la plutocracia (El sector finanzas, el último orejón del tarro; elevado a la cúspide del sistema). Son tiempos de igualitarismo contra toda funcionalidad, de liberalismo disfuncional también. Podrá reconocer el lector, entonces, por que Spengler tituló a su libro La Decadencia de Occidente.
Pero no hay que perder, por ello, las ganas de luchar. Spengler solía decir que no se debe renunciar al deber de la lucha, ya para no convertir una crisis en decadencia o para dejar algo a la descendencia de nuestra cultura.