Las obligaciones en una relación amorosa: ¿un contrato privado o social? (“Hombres sobre mujeres”, 22/09/2013)

¿Es el sexo una obligación en una relación amorosa? ¿Qué sucede con la libertad de los individuos? ¿Se puede acabar una relación amorosa antes del plazo acordado? ¿Cuál es la penalidad social?

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Las obligaciones en una relación amorosa: ¿un contrato privado o social?

 

Dionisio (22 años), defensor de la pena de muerte en guillotina:

hombre y mujer saludando

El hombre espera sumisión por parte de la mujer (un sometimiento ideológico). Esto no siempre es bueno. En mi opinión es un contrato tácito y que no solo incumbe a la pareja (es entonces un contrato social). Es básicamente un intercambio de bienes tanto intelectuales como sociales. Y, hoy en día, en el capitalismo, también económicos. Es una asociación libre donde ambas partes deben verse beneficiadas con recursos socioeconómicos e intelectuales. Pero hay reglas fijadas por la sociedad que se deben seguir. Entonces una pareja que se asocia libremente solo para tener sexo público es una pareja ilegal.

 

En mi opinión, las individualidades pueden subordinarse a una identidad de pareja. Esto quiere decir que la pareja en sí misma debe tener una identidad como si fuera un ente autónomo. Esto implica que la pareja debe tener una ideología oficial (plural y tolerante pero bien definida internamente). Es entonces a este nuevo ente (“la pareja”) al que los individuos deben ceder libertades y derechos. Esto implica que alguien debe tener el liderazgo de este nuevo ente antropomórfico (“persona jurídica”) para que funcione bien.

 

El sexo no es una obligación del contrato privado pero sí del social. Entonces una pareja que se asocia pensando en no tener sexo es una asociación que está al límite de la legalidad y el repudio social (o al menos la mofa). Otro asunto importante es el tiempo que debe durar una relación. El plazo debe ser acordado desde el principio con posibilidad a renovación cada cierto tiempo (este aspecto debe ser explícito y detallado).

 

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Diego Vespucio (26 años), varonista libertario y amante de prostitutas:

esclavitud

Obviamente que cada pareja compuesta por dos individuos tiene que fijar sus propias obligaciones que ambos estarán dispuestos a respetar en una privacidad más absoluta y ningún tercero podrá intervenir de ningún modo (mucho menos el Estado). Pero lo que sucede es que hoy en día no vivimos en unas sociedades individualistas sino en unas sociedades matriarcales y por ende colectivistas (los matriarcados siempre son colectivistas). Y en nuestra civilización colectivista y matriarcal la sociedad ya de entrada impone a los varones ciertas reglas y obligaciones que deben ser respetadas a rajatabla, como, por ejemplo, la obligación para el hombre de ser proveedor de sus parejas femeninas, de pagarle todas las cuentas, hacerle regalos y muchas cosas más, mientras que la mujer casi no tiene obligaciones, ni si quiera la de compensar con el sexo como corresponde todas las cosas que le hace su hombre.

 

Por todo esto considero que este nefasto matriarcado colectivista que predomina en nuestra civilización y que impone a los hombres todas estas obligaciones sociales debe ser desterrado. No debe quedar ni rastro de colectivismo matriarcal.

 

Y las relaciones amorosas (entre enamorados) son solo el primer paso de la esclavitud. Se deben prevenir y el varón debe exigir relaciones abiertas en las que pueda amar sin apartarse de su naturaleza polígama. El amor romántico no existe; hay que abrirle paso a la promiscuidad.

 

 

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Javier Garófalo (32 años), doctor en sociología, especialista en mujeres indígenas mexicanas y hombrista:

mujer ind

Se cree que en el amor interviene la irracionalidad pero esto es falso. Tanto el macho como la hembra tienen intereses que no hacen explícito por vergüenza pero todo es muy racional y premeditado. Cualquiera que tenga un doctorado en sociología sabe que una persona puede desear a quien sea pero que solo pensará en construir una relación social-pública con unas pocas. En esta selección influye tanto lo social como lo natural. No hay más vuelta que darle. Es demasiado sencillo como para ampliarlo. No hay nada que ampliar. El debate innatismo vs ambientalismo ya está zanjado. Ni uno ni lo otro por completo.

 

Pero las relaciones consagradas son tradicionales (pero no por eso espurias). Sí hay ciertos límites que seguir aunque se puede innovar. Si uno es excéntrico pues no debe temer y debe seguir en la búsqueda de alguien que le acepte sus (absurdas pero legales) condiciones. Recuerdo que en México, en 2008, una muchacha indígena me exigió tener sexo con su madre antes de hacerla mi propiedad colectiva (ganaba ciertos beneficios en comparación a otros machos de la comunidad).

 

Yo hasta el 2009 era de la opinión de que el Estado debe intervenir el sexo y regular las relaciones amorosas. Pero hay distintas formas de consagrar una relación. Hay distintas condiciones como distintas culturas. No se debe intervenir. Si no se obliga a nadie (a mí no me obligaron) entonces no hay que intervenir. Aunque si hay como condición algo que involucra coartar la libertad de, por ejemplo, una niña que no decide con quien casarse pues sí se debe intervenir. No es tolerable.

 

Las personas no pierden su libertad en una relación así como no la pierden por pertenecer a una sociedad. Y eso que la sociedad es algo inevitable (las asociaciones amorosas no). Libertad sin deberes no existe. Entonces uno sigue siendo libre cuando hace pactos con su pareja. Y hasta gana libertad porque es capaz de hacer más cosas de las que puede hacer si estuviera solo. Hay una ampliación intelectual, social y económica.