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La espada sagrada («Relatos de El juego de las almas», 11, 07/09/2014)

El juego de las almas

Relato 11 (La batalla contra Enki)

 

 

La espada sagrada

campo 20 cortado

 

El sexto liberó lo último que quedaba del alma de su antiguo maestro. Vetala finalmente desapareció y él pudo terminar con su cautiverio. Absorbió sus poderes y con ellos decidió que sería el único en enfrentar a «Enki».

 

Ni siquiera el mismo Enki parecía ser inmune a su propia arma. Antes la había usado para desintegrarnos con tan solo una estocada. El tiempo había vuelto y esta vez un monstruo como el sexto estaba de nuestro lado. Una energía oscura salía de su cuerpo para atacar a Enki. El dios era muy hábil con su espada. El sexto parecía evitar ser tocado pero cada vez se hacía más obvio que no podía seguir el ritmo. El noveno tuve que ir a rescatarlo pero recibió un corte en su brazo. Se deshizo de su cuerpo en estado de putrefacción vomitándose para tratar de golpear a Enki. Un barrera protegía al dios. Tenía el mejor ataque y la mejor defensa.

 

Yo esperaba el momento para atacar usando el suelo, mientras la tercera meditaba el momento ideal para encerrar la mente de Enki en una ilusión. El octavo ya estaba listo para multiplicarse y servir de distracción. El primero, el segundo, el quinto y la élite Inguma preparaban el sello definitivo que arrojaría a Enki a una dimensión de la que nunca escaparía. Los guerreros de la luz y Aitor (Artyom) servían de escudos humanos. El séptimo se unió a la batalla liberando todo su poder con ayuda de la presencia del quinto. Enki cada vez se hacía más rápido acorralando al sexto. El séptimo solo intentaba distraer al dios pero debía retroceder ante las llamas negras de su espada.

 

fondo para espada sagrada con espada fea 10

 

El noveno trató de capturar la espada de Enki en una abertura dimensional mientras este destruía las del séptimo pero el dios se libró con demasiada facilidad. El séptimo ya había agotado sus fuerzas y decidió alejarse. Enki lo siguió y el noveno intentó crear un túnel dimensional en frente de él pero el dios esquivó los intentos y se preparó para desintegrar al séptimo. El octavo apareció multiplicado por 7 para frenarlo. Enki destruyó todas las ilusiones y atravesó al séptimo en el pecho. Pero había sido una ilusión de Isabel, la tercera. Enki había soltado su espada cuando atacó a una de las ilusiones. Yo la capturé con lo poco de suelo rocoso que tenía disponible. El sexto atacó a un Enki desarmado pero su escudo continuaba siendo impenetrable. Luego se defendió con los puños destruyéndole las mandíbulas al noveno y al sexto. Y él finalmente recuperó su espada con mucha facilidad. La atrajo ignorando la presión que hacía sobre ella. No pude retenerla. Ahora estaba frente al séptimo. Las llamas de la espada parecieron extinguirse y una luz consumió todo.

 

Fuimos enviado al Otro lado. Pudimos ver por un instante la Totalidad. Ese otro mundo no parecía ser una ilusión sino algo completamente real aunque de un devenir histórico distinto.

 

 

 

El cuarto sugaar

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Capítulo anterior:

La perspectiva de un dios y el tiempo (“Relatos de El juego de las almas”, 10, 11/08/2014)