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Dendi: el jugador maldito («JA» por Will Dellotz, 1)

-JA

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Por Will Dellotz

 

El jugador de Dota 2 (dizque profesional), vino al Perú y fue invitado como miembro honorífico del evento MasGamers, en el Jockey Club. Su presencia alborotó a todo el séquito de muchachos vírgenes y mujeres locas por un gringo bueno para nada que solo sabe decir Da y poner en los chats esa risa rusa cachacienta de “xaxaxaxaxa”. Como mi lente certero siempre me dice la verdad, Dendi ya tiene novia y es una chibola norteamericana (o sea, encima de nacer en la Unión Soviética, el pendejo ahora se las da de capitalista), hecho que repercutió en todas las redes sociales y fue portada de los diarios más importantes del país como El Tromercio, que sacó como titular “Jugador ucraniano rompió corazón de limeñas”. Y en la Repúbica, el sagaz periodista Engels Paz, publicó un informe donde el jugador profesional (no sé cómo) firmó un contrato con un grupo de Hackers para vulnerar los servidores de Valve y así poder ganar en torneos internaciones. Y eso no es todo. Aquellos hackers son gente que ha sido parte de numerosas vulneraciones secretas contra Estados poderosos. El informe dice, incluso, que hizo un pacto con Edward Snowden, y con Julian Assange para averiguar el level de sus contrincantes.

Es por eso, que el día 8 de noviembre, todos los jóvenes y ancianos que fueron al evento MasGamers para conocer a Dendi, le dijeron sus verdades en la cara. Le gritaron una serie de improperios, y en su pelado rostro de comunista, yo, Will, le grité que iba a realizar una marcha AntiDendi el 8 de noviembre. La gente me ovacionó. Fue un hecho inesperado.

El 8 de noviembre fue la gran marcha. El centro de reunión fue en el Congreso de la República, donde la bancada Fuerza Popular respaldó mi rechazo contra ese terrorista de la hoz y el martillo. Incluso, ya la presidenta (la verdadera) Keiko Fujimori, ha anunciado a través de las redes sociales que me hará su segundo vicepresidente cuando llegue a la presidencia. Con los 72 congresistas, y todos los jóvenes, a toda voz, gritamos «¡Dendi nunca más!». Llenamos las calles. Provocamos un tráfico de la gran puta. Para qué. Fue hermoso. Por ahí, las malas lenguas me han dicho de que hubo una marcha contra mi Chlimper ese mismo día, por el rechazo a su cargo como director del BCR, pero nadie lo sintió.