Na(vidad)da que celebrar (25/12/2020)

Por Bryan Cóndor

 

Al momento de escribir esta columna, el paro agrario se ha reactivado en el sur y norte del país. A menos de tres días de la navidad, los trabajadores de la agroindustria se han visto forzados a retomar las movilizaciones ante un congreso y un ejecutivo que hacen oídos sordos a sus reclamos. La represión policial y militar ha llegado, para gusto de algunos e indignación de muchos -entre los que me incluyo- para acallar las voces de peruanos que, tras 20 años de precarización laboral, piden su justa parte de una torta que han acaparado, como siempre, los patrones. Y es que mientras la familia Cilloniz está haciendo los preparativos para la cena y la sobremesa de 24, sus trabajadores están en las calles exigiendo su justo derecho al pan.

Navidad es sinónimo de excesos. Cena abundante. Regalos. Fuegos artificiales. Pero esta vez añade a la lista el exceso de violencia entre el aparato de la fuerza del Estado y el de los manifestantes. Y es que si bien, la quema de una ambulancia es un acto a todas luces reprochable -y más aun en el contexto en que vivimos-, la autoría del atentado podría estar en otro lado. Y es que, según el congresista por Frente Amplio, Lenin Bazán -en declaraciones para Exitosa-, habría elementos de la PNP infiltrándose en las marchas para desacreditar las luchas, e incluso, el congresista Bazán tendría un video de los infiltrados quemando un camión. Creerle o no, es algo que dejo a juicio del lector. Sin embargo, cabría recordar que la Policía Nacional ya nos ha mentido antes, como cuando se negó la infiltración de agentes del grupo Terna o el uso de armas contra civiles, como bien mostró Ricardo Velasco en un informe en el semanario Hildebrandt en sus trece (11/12/2020).

Navidad también es, a veces, sinónimo de regalos que no queríamos, pero que recibimos de todos modos. Podría decirse esto de Francisco Sagasti, que definitivamente es la mayor decepción del 2020. Su inacción ante el caos en el que está sumergido el país nos ha convertido a todos en un nacimiento gigante, inmóvil y secuestrado por 105 ¿congresistas? Liderados – de momento- por los Luna, quienes tienen mucho por qué responder a la justicia (pregúntenle a Adolfo Castillo, sino).

Personalmente pienso que, como muchas fiestas, la navidad está destinada a desaparecer. No pasado mañana, ni el año que viene, pero pronto, muy pronto. Y no es un juicio al que llegue apelando a aquella magia perdida, a aquella falta de ilusión ante esta fiesta, muy diferente a cuando fuimos chicos. Apelo aquí a la pérdida de significado de la navidad. El mercantilismo redujo una fiesta que debería ser más bien religiosa y de reflexión a un falso llamado a la unión familiar – ¿qué demonios tiene que ver la unión familiar con el nacimiento de Cristo? -, muy útil para ofrecer regalos sin el sentimiento de culpa de verse superficial. Pienso en los miembros de la Asociación de Gremios de Productores Agrarios del Perú, que, lejos de buscar una solución al conflicto con sus trabajadores, solo se aferran a la protección de sus privilegios. En palabras de la congresista Rocío Silva Santisteban: ‘’No quiere ceder ni en condiciones laborales, ni en aumento de salario, ni en exoneraciones. Apuestan a obras por impuestos. Exhiben fotos de viviendas miserables de trabajadores en Casma ¿No que producen crecimiento?’’

Pienso en lo irónico que es que, precisamente ese sector empresarial siempre a la derecha sea el primero en identificarse como cristiano, cuando actúan de forma contraria a la doctrina. ¿Dónde quedó el amarás a tu prójimo como a ti mismo? ¿Es así como piensan celebrar la fiesta más importante del cristianismo? ¿A costa de la sangre del prójimo?

Como sea, mientras en palacio los pastorcitos duermen y en el congreso buscan la forma de sacar beneficio de este conflicto, las calles de Ica siguen encendiéndose con más luces. Y no precisamente las navideñas, sino las luces del fuego de las ambulancias quemadas, el fuego de los perdigones contra los cuerpos de los manifestantes, el fuego de las ollas comunes, el fuego alimentado por la rabia y la determinación de acabar con un régimen injusto. Tal vez este año no nos toque celebrar el nacimiento del niño Dios. Tal vez este año nos una a todos en el dolor del parto. Y la pregunta que habría que hacerse es ¿qué alumbrará esto?