La publicidad chatarra (“Perú”, 06/06/2013)

*Artículo de Nicolás Monteverde Bustamante.
Inka cola chatarra

La industria alimentaria ha probado, en más de una ocasión, no prestar la suficiente importancia a la salud pública. Un ejemplo es Coca Cola, compañía que en el Perú es dueña de bebidas como Inca Kola. Ustedes se preguntarán ¿Pero qué tiene de malo Inca Kola si representa la creatividad peruana y honra a nuestra cocina? Bueno, la verdad, tengo varios argumentos contra esta bebida. Pero la primera está entre sus ingredientes: El Petróleo. Conocida como Tartrazina, la podrán ver etiquetada cual perfil de facebook en la parte trasera de la botella. “Contiene tartrazina” es la advertencia a ingerir un colorante amarillo derivado de petróleo que, además, puede contener restos de plomo o mercurio. Dicho colorante puede producir urticarias y alergias, sobretodo en niños y adultos mayores (a los cuales puede mandar a la clínica si son alérgicos). Lo peor es que no solo está en la conocida gaseosa Inca Kola, sino en caramelos, “snacks”, jugos como “Aquarious”, e incluso en gelatinas y mazamorras “Universal”. No obstante, lo que más me indigna es que estas empresas tengan espacio en los canales nacionales como si fueran representantes de los valores colectivos de nuestra sociedad. De esa manera, Inca Kola nos bombardea de su falaz publicidad alegando implícitamente que no está mal acompañar una botella de petróleo y azúcar con ají de gallina. Si quieren consumir un verdadero producto representante de nuestra gastronomía y cultura pueden tomar chicha morada de maíz, con un sabor real, sin mucha azúcar, de orígenes prehispánicos y cualidades saludables.

 

¿Se imaginan aquellas publicidades de Inka Kola, sobre madres sirviendo la comida con botellas de azúcar, cambiadas por jarras de chicha morada? Yo creo que eso tendría un gran efecto sobre las decisiones de la gente. La chicha ha sido por siempre un gran acompañante de nuestra gastronomía y tiene un delicioso sabor. Sin embargo, la industria publicitaria no se esforzará por colgar esos carteles mientras esté financiada por los grises intereses de empresas como Coca Cola o Pepsi. Nuestro congreso, lleno de gente vaga que apenas sabe escribir su nombre, tocó hace poco la flauta (como un B U R R O, se entiende). Propuso una ley que regule las publicidades a alimentos industriales. Dicha regulación de los reclames en la TV sería durante el horario de protección al menor. Aquellos alimentos industriales que no cumplan con requisitos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) serán los afectados.

publicidad chatarra

 

Las agencias de publicidad, las casas filmadoras de réclames y los medios de comunicación radiales y televisivos vieron sus intereses directamente afectados por los grandes ingresos que dejarían de recibir. Muerta la publicidad, muertos sus sucios ingresos. Fue así que pegaron el grito en el cielo exigiendo que el gobierno no continúe con esa ley. Como no hay muchos argumentos para “hacer respetar” a la publicidad, decidieron “argumentar” una serie de falacias como las expresadas por la SNI (Sociedad Nacional de Industrias).  Esta sociedad alegaba, por ejemplo, que muchas empresas de alimentos industriales dañinos auspician la transmisión del futuro mundial 2014 (en Brasil). Estas empresas de “alimentos” verían afectados sus ingresos, pues su publicidad durante los partidos se regularía. Esta disminución en los ingresos redundaría entonces en posibles problemas con la transmisión de los partidos. En conclusión, como podrían haber problemas con la transmisión del mundial, mejor seguimos vendiendo veneno a los niños. Obviamente para la SNI, aquí la transmisión de partidos de fútbol es más importante en la escala de prioridades que la salud pública de la niñez.

coca cola veneno

Otro argumento muy falaz es que “todo en exceso es dañino”. Este argumento es falaz por el hecho que no es lo mismo ingerir la cantidad de azúcar de una manzana que la de una Coca Cola, como no lo es la cantidad de sal en un pan francés que en un “Chitos”. Esto sin contar el hecho que insumos colorantes como la tartrazina (que no tiene otra finalidad que la de “colorear”) son dañinas independientemente de la cantidad que se consuma.

 

Un tercer argumento es que sin la publicidad de la comida chatarra “formal” los niños comerán comida chatarra “informal”, la cual “puede estar contaminada por falta de regulación al higiene”. Este argumento es, otra vez, falaz. La comida chatarra es dañina formal o informal, consumida ocasionalmente o en exceso. Es cierto que se necesitará una fuerte regulación del tipo de comida que se venda a los menores en los colegios pero eso escapa al alcance de esta ley. De todas formas, los informales no se publicitan en ATV HD+.

 

Yo me atrevo incluso a pensar ¿Qué problema traería a la sociedad que se acaben las publicidades de la comida chatarra? Al final, la publicidad no produce ningún bien en sí a menos que promueva las acciones de una ONG ambientalista o algo parecido, lo cual MUY RARA VEZ ocurre. De hecho la TV Basura es auspiciada por la comida basura (son mellizos). Si muere una, se debilita la otra; y quizás de las cenizas pueda emerger una programación televisiva más decente que “esto es combate”. Claro que esta ley sola estaría incompleta. La ley anti chatarra debe estar acompañada de una campaña de concientización, facilidades a empresas de comida verdadera a entrar a los kioskos escolares, capacitación a los padres y profesores, etc. Incluso no estaría mal una ley que le impida al gobierno de turno comprar el vacío económico que los medios sufrirán por la falta de ingresos que la comida chatarra les proveía. Pero a lo que quiero llegar es que esta ley, en sí, no está mal; pero debe contextualizarse bien.

 

 

Nicolás Monteverde Bustamante