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El feminazismo amenaza la democracia («Monas, perras y leones», 26/04/2013)

Mi nombre es Javier y tengo 2 hijos. Hace 3 años perdí a un gran amigo: fue asesinado por unas delincuentes. Desde entonces he decidido no detenerme en mi lucha contra el feminazismo.

¡A pararlo! ¡A pararlo!

 

Las mujeres han sido marginadas a lo largo de la historia pero esa no es excusa para proponer cuotas de género en los partidos políticos. Dividir un partido por obligación entre 50% hombres y 50% mujeres es algo antojadizo y sinsentido. ¿Dónde queda el mérito si se lo reemplaza por el género? Podrá parecer que este tema no es de vital importancia pero es sobre la contienda política que nuestras sociedades se sostienen. No es poca cosa que se pretenda detonar una garantía democrática e imponer una igualdad a la fuerza que finalmente no llega a ser igualdad sino una ilusión.

 

Las feminazis aman tocar el tema de los estereotipos en los medios. Bajo una perspectiva simplista (apoyada por filosofía barata femenina) afirman que se debe retirar algunos estereotipos de la televisión. ¿Por qué? Porque no se sienten representadas. ¿Y por qué deberían sentirse representadas? ¿Se han puesto a pensar que las actrices representan a otras mujeres que no son ellas, a un grupo distinto? Lo que las feminazis quieren es una ficción que las represente solo a ellas y no, por ejemplo, a mujeres conservadoras; es egoísmo. Quieren cambiar un estereotipo que ven extraño por un más cercano y «empoderado». Esta fijación por la representación en desmedro de la atención hacia la esencia de las cosas parece ser algo netamente femenino. ¿De qué otra manera se entiende que se quejen por una ficción? ¿Desde cuándo la publicidad representa la realidad? Es más sensato decir que hace lo posible por no parecerse. Sabemos que es una ficción y una muy mala. Se podrá decir que los publicistas representan entonces una manera de segmentar la sociedad, una visión del mundo. Pero más que eso puede haber una propuesta de mundo ideal que alienta (no obliga) al consumismo y a la depresión feminazista.

Ya sobre la cuestión de la representación: ¿Bajo qué lógica pre moderna una actriz de la publicidad representa realmente a todas las mujeres? ¿Y no es obvio que los adultos sabemos que solo se trata de una ficción? Me explico: que se ponga a una mujer bella como adorno de la escena solo quiere representar a mujeres bellas y ni siquiera a todas las mujeres bellas sino que no se sabe (¿y por qué decodifico que es una «mujer adorno»? ¿Existe tal cosa o no es más que jerga feminazista?).

La intención del publicista queda en incertidumbre aunque es muy posible que se trate de una propuesta de mundo ideal que aliente al consumismo y a lo aspiracional.  Si eso se entiende como una exigencia de belleza al resto de mujeres pues parece tener sentido (pero… ¿las sociedades anteriores a la publicidad no les exigían belleza a las mujeres?). En todo caso: ¿No deberían las feminazis ser lo suficientemente inteligentes para ver el juego tan mal armado de los publicistas? ¿No ven que es ficción? ¿Es que quieren además que aparezca en pantalla un rótulo indicando que se trata de una ficción? ¿Por qué, en vez de exigir nuevos estereotipos, mejor no hacen algo para que sus compañeras entiendan la diferencia entre ficción de mala calidad y realidad?

 

Yo les propongo no ser egoístas; hay otras mujeres que también quieren verse representadas (como las conservadoras). Les propongo hacer boicot (o sea no comprar y desalentar pacíficamente las compras) a las marcas que sienten que tienen publicistas «machistas». Les recomiendo crear su propia agencia publicitaria para imponer sus estereotipos (y no pretender usar al Estado para esas tonterías). Les propongo dedicarse a eso y no meter sus desvaríos menstruales en la política.

 

 

 

Javier, miembro del partido hombrista.

(será entrevistado en unos días)