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Al rescate del sabio: un viaje sin garantías -3era parte- («Relatos de El juego de las almas», 7, 27/07/2014)

El juego de las almas

Relato 7 (la saga de Enki)

 

 

Al rescate del sabio: un viaje sin garantías III

artyom demonio

 

En la habitación esperando a los 9 sugaar y siendo cercados…

 

Sé que ellos se acercan. Son más de 5. Me sorprende que vengan «el cocinero» en persona y su amante, la agente Cristina. Héctor esta vez se cansó de llamadas telefónicas y ha venido a cazarme. Qué despreciable es cómo jugó con la vida de sus propios aliados… como con la del llamado agente Esmeraldo, al cual le prometió recuperar a su hermana. Embustero. Pero no puedo manchar mis manos con sangre de esta gente. Carpentier, «el cocinero», le hizo tanto daño a los argentinos durante la dictadura de Videla. Es un ser enfermizo que le producía quemaduras de tercer grado a sus víctimas antes de rematarlas. A veces me gustaría repetir ese procedimiento en él, pero no soy yo quien debe juzgarlo.

 

Un miembro de Inguma, subordinado del sexto: «¿Sabes disparar, no?»

 

Artyom (yo): «No será necesario disparar. Espera. Mírame… sí, ya te recuerdo»

 

Él: «Ah, los viejos tiempos… cuando decías que pelearías por la justicia jaja. Y semanas después decidiste ser un subordinado del sexto… justo como nosotros. Un miembro importante de GERO. Ahora toma la pistola y que empiecen las ejecuciones»

 

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Ver la batalla entre Artyom y el miembro de Inguma… en el primer capítulo.

 

Yo: «Te equivocas. Sí entregué mi cuerpo como contenedor para la reencarnación de tu líder. Sí me entregué a GERO pero mientras la conciencia de ese estúpido líder tuyo aún no me domine, juro que seré yo quien aproveche todos los poderes que me han dado. ¡Así que silencio!. Lo haremos a mi modo, maldita escoria»

 

Él: «Qué interesante jaja. ¿Así que tú nos usarás? Debería haberte matado en aquella ocasión, pedazo de basura»

 

Yo: «Pero no pudiste. Por eso me dejaron con vida. Por eso nadie se ha atrevido a tocarme desde entonces. Desde que Vetala y los otros dos guerreros vinieron por mí, solo se han dedicado a protegerme. Me necesitan»

 

Él: «Solo eres un instrumento… no eres nada. Ahora toma esta pistola y asesinemos a ese escuadrón»

 

Yo: «No sé qué te prometieron a ti, pero yo nunca dejaré que me usen. Me prometieron poder. Nunca me hablaron de que sería poseído totalmente. Antes de que algo así suceda… no me dejarán otra opción. No dejaré que me usen. Cuando llegue el momento, yo mismo cegaré la vida de este cuerpo»

 

artyom inguma cortado 8 negro completo

 

Él:

 

Yo: «Ahora no estorbes. Ve con tus dos compañeros y sigan lavándole el cerebro a ese nuevo… instrumento suyo. Me dan tanto asco. Tener que llegar a esto»

 

Él: «Está bien. Encárgate tú de esos agentes. Nosotros vaciaremos a tu amigo. Será un perfecto contenedor. Por suerte su mente es débil. No te preocupes. Será una tortura muy breve»

 

Yo: «¡Cállate o tendré que matarlos ahora mismo!»

 

plaza-las-heras1

 

Todos los agentes fueron enviados al parque Las Heras luego de experimentar una horrible ilusión. Carpentier pudo por fin sentir cómo su propia piel se despedazaba. Los otros experimentaron un fusilamiento muy personal. No volverían a molestar. Mis poderes habían vuelto. Como ante Ander Zugasti y mi ahora aliado Esmeraldo. Ahora solo debíamos esperar a que los 9 sugaar volvieran.

 

Ver capítulo cero

 

 

Por Artyom Reshetnyak

 

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En la dimensión extraña, rescatando al 5to sugaar…

pasadizo dimensional perdido

 

Me había separado del grupo cuando, en los recuerdos del sexto, fui atrapado por la explosión masiva de un Vetala con sus poderes intactos. El sexto y el noveno pudieron rescatarme y reunirme con el resto. Había creído que vagaría en ese mundo desolado para siempre. Al llegar me informaron que el segundo, el octavo y el séptimo habían ido a ver al quinto. Se les advirtió que tuvieran cuidado. No sabían qué esperar de él luego de tantos años de reclusión y soledad. Yo me quedé ayudando al primero, a la tercera, al sexto y al noveno a que mantuvieran el túnel dimensional que nos había traído hasta al espacio correcto. Me llamó la atención el lugar tan apacible en el que estábamos. Todos muy cerca de un enorme roble y mirando a un horizonte que parecía desdibujarse y rehacerse a cada parpadeo. Pero lo que sí me sorprendió fue el susurro de la tercera: «Ya no debes preocuparte por el sexto… él es como nosotros. Hemos visto el mundo que él quiere proteger». ¿Les acababa de lavar el cerebro en tan poco tiempo?

 

 

Capítulo anterior

 

 

Por Gorka, el cuarto sugaar