Type and press Enter.

Una novela teatral («Un mensaje de otro tiempo», de Max Aguirre) («Lector de prueba», 1, 25/08/2022)

Una novela teatral (Un mensaje de otro tiempo, de Max Aguirre) 

Por Santiago Ayala 

 

Cuando se me dio la oportunidad de escribir sobre este libro, pensé en dos opciones de reseñarlo. La primera incluye crear una persona y hablar bien del libro, llevándome hasta el ridículo. La segunda es usar la persona que ya tengo, llamada Santiago Ayala, y ser más sincero. 

Pero igual esta reseña no puede ser sino la reseña de un amigo del autor —para sacar lo feo del camino: un amigo que le ha insistido repetidamente que cambie varias partes y agregue más guías al lector, y con guías me refiero a que no lo deje llenar tantos espacios vacíos—. Esta reseña deberá centrarse igual en lo que creo que la novela puede ofrecer en sus más de 70 páginas —que pudieron ser mucho menos, si escoge enfocar; o mucho más, si se desarrollara mejor para verla—. 

El libro cuenta la historia de varios personajes: Dante, Constanza y Brun, principalmente. Es un mundo donde hay una raza de seres que tienen acceso a otras de sus vidas, a veces suyas en otro tiempo, a veces de otros seres totalmente diferente. 

Suena prometedor. Pero mientras leo el libro, se me dificulta ver todo eso, y entender qué tipo de mundo es. Y lo otro es que es un libro plagado de cosas que te cuenta, y no cosas que ves suceder, así como detalles que me entorpecen al leer. Este es el primer párrafo del libro. “En casa de Dante no hay espejos. Y tampoco en la mía. Nos miramos a los ojos por varios segundos. No significa nada. No puedo sentir su alma y tampoco él la mía. De alguna manera somos viajeros en el tiempo. Él no me mira ahora. Su mente está con su amada. Quiero sacarlo del trance, pero esta vez seré un buen amigo.” 

¿El narrador está mirando los espejos o solo es un detalle antojadizo lanzado al aire? El narrador no habla de cómos. El narrador no habla de lo que ocurre, no habla de las acciones. Da datos. Aquí no hay espejos, dato. Tampoco en la mía, dato. Nos miramos a los ojos, una acción. Somos como viajeros en el tiempo, apreciación. No tenemos mucho desarrollo para lo dicho, y las palabras se las lleva el viento. Siento que nos dan datos y que en toda la novela tienen que tener importancia, pero están desconectados de su importancia, de por qué se mencionan. 

Esto debe ser porque el texto no quiere perdurar. Se empecina en ser humo, que desaparece para dar pase a lo único que interesa en el libro. El amor. Que también desaparece al instante, ya que el narrador empieza a mirar todo el cuarto donde esta y a su amigo y a describirlo y mencionar durante párrafos qué le parece, a qué huele y más datos, mientras el tiempo se detiene. —Cabe mencionar que realicé una propuesta de edición en la cual el narrador hace esto mientras realiza pequeñas acciones, pero fue desechada por el autor por ser muy homoerótica. 

El autor —que seguramente no vaya a dejar de escuchar en su vida la voz del youtuber salvadoreño Fernanfloo cuando lee ese primer párrafo, dado que usando un software de imitación de voces hice que su voz exagerada y apurada narre esas primeras líneas— asegura que su forma de escribir es intencional, y que está hecho para que el lector complete la forma en que las cosas suceden en el libro —es intencional porque el autor lo ha dicho y porque el texto se enterca en eso—. Pero debo decir que, a pesar de todo, entiendo por qué es así.  

El texto tiene ese afán. La historia es difusa, complicada de entender, llena de vacíos (todo eso, el espíritu de los tiempos, diría el autor). Y es así porque intenta adaptarse a la era a la par de ser algo nuevo. La gente no lee y se aburre: hay que contarle y no mostrarle; todos los autores describen: seamos imprecisos. Si eres alguien curioso y con mucha imaginación, pero bien enfocada, seguramente encuentres pasajes que interpretes de manera fascinante y echen tu mente a correr. Tengo que aceptar que no pocas veces pasajes me hacen pensar en cómo suceden las cosas, y siento que las interpreto como mundos estimulantes, aunque sospeche que no es para que sea así. Y no pocas veces eso me ha inspirado a escribir. A tomar ideas buenas que creo que el autor tiene, pero que no desarrolla. 

En una ocasión el narrador describe el cubículo donde vive su amigo con la medida de pasos, incluso la altura, y me hace imaginar que en este mundo la gente puede caminar por las paredes. “Todo es sala, baño, cocina y dormitorio a la vez”, dice el narrador. Y ahí acaba de describir cómo es esa vivienda. Y mi mente corre: ¿y si hubiera una vivienda cuyo único cuarto fuera cambiante, y cómo sería? Pero esta no es así —pero seguramente sea una idea que yo use. El libro está plagado de ideas interesantes, no hay otra palabra para reemplazar esta bául. Si hubiese comprado el libro sería una compra provechosa. 

Pero diré que el libro se vuelve más entendible mientras uno llega a los diálogos, donde va entendiendo de qué va. Estos díalogos resultan ágiles; y aun sin descripción de cómo dicen las cosas, ves a los personajes, sobre todo a Constanza y Dante, hablando como coqueteando. Es como si el libro tuviera estas escenas, como si todo fuera una obra de teatro, ponen el escenario, pero no han tenido suficiente presupuesto para eso, y luego entran dos personajes a hablar, pero no sabes bien dónde están hablando. Pero son personajes hablando, son interacciones divertidas al final, aunque en ocasiones ligeras. 

Y si bien hay un mundo creado, con detalles y reglas, estos son esboces. La técnica del autor puede que intente ser muy sutil para no revelar todo, aunque no revelaría algo que vaya en contra de las intenciones del texto. No diría si quiera que la escritura es sugerente, sino que los detalles quedan como si no tuvieran importancia, que todo lector curioso quisiera tener más desarrollado y explorado —creo que lo primero que se me ocurre pensar es que es un mundo con bastante arena, pero eso es porque la última película en narrativa similar fue Dune. Tenemos un mundo en el que hay razas de guerreros y también foros de internet, sí, suena como una mezcla que no funciona, pero funcionaría si es que se hablara del cómo de todo, si se escribiera cómo confluye estas dinámicas. 

Creo que lo más interesante del texto son sus ideas: como que los personajes tienen otras vidas en otras narrativas (las cuales son presentadas sin antesala en el mismo libro). La fuga disasociada de un hombre enamorado, El último y Quijote son otros libros con personajes que son otras vidas de otros personajes. Sin embargo, siempre se sienten como si fueran parte del libro: me refiero a que no son autosuficientes, sino que hacen referencias a los otros libros, no se entienden por sí, sino por extensión del libro principal.  

Lo otro interesante es que, mientras leía, sentía que esta es una obra que se entendería mejor en teatro. Hay autores que dicen que hay historias que no llegan a su perfección sino en el medio adecuado. Y si bien esta historia pertenece a la escritura, sí creo que se acomodaría mejor en esa disciplina. Los personajes le hablan al público claramente. Ese es el estilo narrativo, personajes en un espacio poco definido contando al lector lo que sucede. De hecho cuando el texto se vuelve dramaturgo, teatro, se encuentra en su mejor versión, se ve más claramente. Incluso cuando empieza la obra que es narrada, se respira un mejor aire, se entienden claramente la delimitación por párrafos y su sentido, y se siente real

En general, siento que la novela puede relatarse mucho mejor, en un orden para que lo veamos más. Pero tal vez es una claridad que el autor no quiere que el lector tenga. 

Lamentablemente, el libro acaba con una pelea y un pequeño relato que nos informa la secuela de la batalla. Pero es un final muy rápido, que no nos deja más que una idea fugaz. Los personajes se han rehusado a ser entendidos, ni siquiera han dejado que entendamos su mundo interior. 

Y, conociendo al autor del libro, creo que esto se debe, principalmente, a que este no ha logrado descifrar lo que siente, que lo ha intentado con este libro, pero hasta ahora no ha mostrado de sí. Y eso afecta a los personajes: hemos escuchado directamente sus discursos, pero no sabemos por qué hacen lo que hacen, o, mejor dicho, por qué hacen lo que han contado que han hecho.  

Mi sugerencia sería que el autor se mostrara más, que deje de ocultarse detrás de los personajes y el diálogo ligero (que se puede leer, pero que sigue siendo ligero), y que, si los personajes nos van a hablar de frente, creo que podrían decir mucho más y ser más descarnado de lo que dicen, que creo que solo lo hacen por conveniencia al texto y al misterio, que queda a las capacidades de imaginación del lector. El autor ha probado que puede contar una historia divertida, creativa y sensible con una narración entendible, que no necesariamente muestra mucho —cuando lo lean lo encontraran fácilmente—, pero pienso que es un texto que se rehúsa a actuar, y tal vez ahí es necesitaría más vitalidad. Sin embargo, esto también es el espíritu del texto. Dante dice en un momento lo siguiente: “Yo no hice nada, no reaccioné. Las miradas se posaron en mí. «Constanza», la llamé, quizás muy tarde.”