-Primera parte
«Arde. Algo en la mente y en ese cuerpo que es ajeno. Una prisión. Un panóptico lleno de miradas y burlas».
Este texto tiene dos partes: uno expositivo que abarca el consenso de la CIE-11 de la OMS y otro argumentativo en el que divagaré sobre la compatibilidad de la reasignación sexual con el paradigma del dualismo mujer/hombre (que sigue siendo al menos referencial).
Exposición del caso
La despatologización de la condición transgénero se debió a estudios de campo que incluyeron encuestas de opinión a profesionales de la salud mental sobre qué categorías deberían eliminarse de las clasificaciones, estudios en diferentes países para determinar si la condición transgénero cubre con lo esencial para ser considerada un trastorno mental y “la evaluación de la aceptabilidad y la utilidad clínica de la propuesta CIE-11 para la clasificación de la condición transgénero en la infancia”.
En este artículo académico recogido por The Lancet (suscribirse es gratis) podemos explorar uno de esos estudios que abarcó esencialmente series de entrevistas a personas transgénero en la Ciudad de México. Hay acceso a las preguntas y a los resultados propuestos.
La pregunta más resaltante es sobre si la condición transgéneros causó angustia (o distress) al ser descubierta (generalmente a temprana edad). La respuesta es que sí. ¿Y entonces?
Table 3Differences between study participants by reporting and not reporting distress during interview index period
No distress reported (n=42) | Reported distress (n=208) | Statistics | |
Gender at birth, male | 38 (91%) | 164 (79%) | χ2=5·6, df 2, p=0·06 |
“Psychological distress during the interview index period related to their experienced gender identity was reported by 83% (n=208) of participants, with depressive symptoms being most common (n=159 [76% of those who reported distress]). Average level of distress was quite high among those who reported it: 79·9 on a scale of 0 (none at all) to 100 (extreme; SD 20·7, range 20–100).”
Se confirma que hay distress o angustia a causa de la identidad de género experimentada (la disconformidad con la voz, los genitales, las caderas y el pecho -como principales aspectos del cuerpo-). Es la incongruencia de género en sí misma, pero también está los factores de violencia y rechazo experimentados. Ambas realidades conviven. El estudio anuncia que son los factores de violencia los que mejor explican la angustia. Y en base a eso da sus conclusiones.
El estudio declara que la angustia (sufrimiento) y la disfunción (escolar, por ejemplo) fueron muy comunes, pero no universales. Y que serían más fácilmente predecibles por variables como el rechazo social y la violencia que por la incongruencia de género. También señala la similitud del caso con el de otras poblaciones minoritarias:
«(…) the idea that negative psychological and behavioural symptoms arise as products of persistently hostile social responses rather than as expressions of inherent psychopathology among devalued minority groups is consistent with previous research on the minority stress model among lesbian, gay, and bisexual populations».
También destaca que una de las razones para dejar de considerar la incongruencia de género como desorden mental responde a frenar la estigmatización. Finalmente el estudio señala que una de sus limitaciones es que los resultados se apoyan en testimonios de edades tempranas que «podrían verse afectados por experiencias posteriores».
No hay contundencia
Sí encaja como trastorno. El sufrimiento es real. No se puede considerar violento que alguien no llame al individuo como si fuera del sexo opuesto. Hay que ser tolerantes, pero hay límites. Se entiende que la violencia (física y verdaderamente denigrante) no debe estar presente, pero no se puede ir en contra de la realidad.
El sexo es una realidad compleja, pero tiene 3 componentes que no son debatibles: el sexo cromosómico, el sexo gonadal y el sexo genital. Y la mayoría de la personas tiene esas tres variables alineadas para ser hombres o mujeres.
«La discordancia de género en la adolescencia o adultez se caracteriza por una discordancia marcada y persistente entre el género experimentado por la persona y el sexo asignado, lo que a menudo conduce a un deseo de «transición» para vivir y ser aceptada como una persona del género experimentado» (CIE 11)
¿Quiere la mujer transgénero ser aceptado como alguien de género femenino («mujer social») o como alguien del sexo femenino? Si es lo primero, se hace absurdo que se quiera decir que una mujer transgénero es una mujer, sin hacer distinción. Esa declaración más parece borrar la línea entre «mujer social» y mujer, subordina el sexo al género. La distinción es necesaria y correcta: una mujer transgénero es quien busca asemejarse al sexo opuesto al de su nacimiento para cumplir el rol de mujer social en la sociedad. Pero esto alude a una ficción. No hay razón para aceptar tal cosa. La empatía y lo tolerancia tienen límites.