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El libro secreto de los peluqueros
A Laura, mi esposa, quien luchó contra la pobreza, sin armas y sin chaleco antibalas.
La pradera negra cubre un suelo graso y herido. El planeta ruge. “Me cortaste, maricón”. El peluquero calma sus manos. El político lo mira a través del espejo, con el desprecio contenido con el que mira al Pueblo. El peluquero sonríe brevemente. Ataca el ojo con la navaja, pero falla. Ataca sin ver. El político, con cortes en la cara, logra pararse, pero olvida las tijeras. Un maricón lo ha matado.
Antónidas reconstruye la escena en su cabeza. Las uñas descuidadas, de ambos. Las canas en las uñas del maricón. El asiento de plástico hinchado igual que las caderas homosexuales. Rojo, como el labial del ultimador. Y un corte temeroso, descuidado. Un intento por desmentir sus 10 años de experiencia. Un asesino improvisado, nervioso, chantajeado. Charly, su joven aprendiz, volverá a la escena del crimen. Disfrazado de una colegiala de cabello largo.
Capítulo 1: cómplice
Lily acarició la cara de Charly, donde los pelos empiezan a insinuar una barba. Las patillas eran largas, pero no se juntaban aún. El joven travesti temblaba. Lo hacían sus dos piernas y su mano izquierda, tímida debajo de una capa negra. Su mirada contaba los pelos dejados por Lily. Y su mano derecha acariciaba su calzón. Y luego los pelos que caían cerca de su pecho. “¿Y desde cuándo te vistes así?, corazón”. “Desde hace muy poco”. “Ya desde chiquito eres maricón. Está bien. A mí me costó. Allá en mi pueblo me costó mucho. Acá en Lima me insultan, me meten la mano esos cholos. Ay, hijo, cuesta mucho ser maricón. A veces quisiera ser macho. Pero no puedo. Tienes bonito cabello. ¿O no prefieres que te rape? Así te queda mejor la peluca. Corazón, te espera un camino muy doloroso. Pero a veces el dolor se siente rico. ¿Ya has tenido novio? ¿Cuántos años tienes? ¿16? Te ves de 16. ¿O 15? Agacha un poco más la cabeza. ¿Ya has tenido novio?”. “No”. “Ya llegará. Te va a gustar. O quizás prefieres que yo te inicie en el amor. Soy muy delicada, corazón. Trato bien a mis hombres”. “¿En esta silla murió, no?”. “Ay, no pienses en eso. La limpié con agua bendita. Ese político se quiso propasar con la Marilyn. Es que la Marilyn era puta. Y a ese viejo le gustan las mujeres, pero también las pichulas. Ay, corazón. Yo no estoy de acuerdo con eso. Dios nos dio nuestros cuerpos. Son un templo”.
Charly se dio cuenta de que era inútil sacar información directamente. Se pudo mirar al espejo. Su rostro reflejaba incomodidad. “Dios nos ama”. “Sí, corazón, Dios nos ama. La gente dice que no, pero él nos ama. Yo le rezo todos los días”. “¿Ya? ¿Va a demolal mucho?”, interrumpió un chino algo harto. “Dios los odia. Dios odia a todos los malicones”. “Vulgar, vete, qué asco ese chino. ¿Viste? No, no llores, corazón. No llores. Esta sociedad nos odia”. “Nos odia”. “Pero eso puede cambiar, debe cambiar, va a cambiar, corazón”. “Nunca va a cambiar”. “Cambiará corazón, va a cambiar pronto”.
-¿Alguna novedad?, Charly.
-Tío, lo siento. No mucho. Pero en algún momento ese peluquero de mierda dijo algo sobre que la sociedad va a cambiar. Y enfatizó: pronto va a cambiar.
-Bien, está bajo vigilancia. Sus amigas putas me dieron más información. Ya puedes irte.
-Está bien. Antes me voy a cambiar.
-Sobrino, ¿eran necesarias la falda y la peluca?
-Sí, es parte del personaje.
-¿No se veía nervioso?
-Espere. ¿Dijo algo sobre putas? ¿Y la tía?
-Charly, no hay infidelidad. No es una mujer, es una puta.
-Tío, ¿cómo sabes que el peluquero fue chantajeado?
-Los maricones no tienen ni la fuerza ni la voluntad. Alguien lo chantajeó.
-Tiene sentido.
-Sí, cachorro.
Capítulo 2: el Francés
Nudos en la cabeza, entrelazados. Oro cenizo, gris. Cejas más oscuras, todavía rubias. Ojos mediterráneos, españoles. Nariz recta, inquisidora. Y acento en el paladar. Al frente un súbdito, un maricón, perdido en su mirada.
Y un beso, un beso francés. Para acceder a su mente y doblegar su espíritu.
Aquel hombre no se deja domar. Lucha con su lengua, con sus dientes corroídos. Con sus ojos delirantes. Se apoya de los muslos del francés con cada vez más fuerza. El rubio se defiende hundiendo sus manos en los hombros del maricón. Hunde los pulgares en las clavículas. El europeo gime y penetra con las manos. Hasta que se sujetan del cuello y sus mentes se conectan.
Shadows and Brights. Sky guardians. And lots of sand. That is the image than recurrently appears in my dream, in this other reality. I am the girl. Threats rub my skin. I fight. Always fight. With my thin hands, with my tiny strength.
‘Humberto’, says the girl. ‘Humberto’, sobs the girl.
2015
‘I can rape men’, a friendly voice emerged.
In that moment, I saw the faces of all my comrades. One by one. De derecha a izquierda. [Yes, look at them]. But first their crotch, the innuendoes of everybody force. [What?!]. Aracno clearly was the strongest. But there was another man. When He talked, everybody listened. I can´t remember his words but his orders, his sounds. [The French man?] I followed the ass of the mysterious man. [Yes, now his mind].
El maricón es el primero en disparar. Lo hace 3 veces, con furia. Siente la sangre en sus labios. Las heridas frescas palpitan. El sabor a dientes extraños no lo perturban. Tampoco la saliva. Debe huir, pero ya ha ganado. No sabe cómo, pero resolvió el único caso que le quedaba. Mató a quien pudo derrotarlo.
43 años tuvo que regresar en el tiempo nuestro detective ilustre: Charly. Su mundo ya no existe, este ahora es su mundo. El demonio tiene distintos cuerpos y debe matarlos a todos.
Capítulo 3: La Catedral
Las puertas son altas, imponentes. Como la mezcla del ruido. De los vendedores ambulantes, de los orates, de niños allá y bebedores acá. Borrachos sin redención que conversan y ríen a destiempo. La bebida es Dios.
Un cholo atiende las mesas, de un lado a otro. Limpia las mesas de madera oscura, como su piel. Se deja mandonear y tocar los hombros, la espalda. Su camisa abierta muestra bordes de sudor. La radio se apaga, pero nadie protesta. Nadie lo nota. Solo Charly.
“Recuerdo esa canción”
“Te convertiste en todo un hombre, cachorro”
“Sí”
“Pensé que serías maricón”
“No”
“¿Por qué tuviste que besar al terrorista antes de matarlo?”
“Quería besarlo”
“No me jodas”
“Es broma, maldita sea”
“¿Pero entonces?”
“Quería que leyera mi mente”
“¿No vas a tomar lo que ordenaste?”
“Todo es para ti, tío. Me enseñaste todo”
“Gracias. El futuro debe tener de todo. ¿Mujeres robot? ¿Mujeres que duran 10 horas?”
“En el futuro me dura dura por 10 horas”
“Carajo. Vaya futuro”
“Por tu culpa me volví adicto a las prostitutas. Fue a los 16 años que conseguí a la primera”
“De nada, cachorro”
“No te estoy dando las gracias, viejo de mierda”
“¿Qué pasa?, sobrino”
“Desapareciste. Nunca capturamos al terrorista. A ninguno”
“Ya lo mataste. Ya está. A celebrar”
“Tarde mucho, pero lo comprendí. Tú estuviste con ellos. Tú les soplabas todo. Incluso la pichula”
“No seas sonso, chibolo hijo de puta”
“Soy un señor. Tardé, pero ahora te tengo. Mira debajo de la mesa”
“Te equivocas, sobrino. Pero mátame, no me importa esta vida de mierda”
“¿Palabras finales?”
“Eres un maricón de mierda, igual que tu padre”
Capítulo 4:
1982
Este mundo no es real. Hay lugares imposibles de visitar y otros donde los verdaderos recuerdos predominan. La respuesta es obvia: este es un sueño compartido. Probablemente morir aquí me libere. Pero no es un riesgo que quiero tomar. Antes voy a probar unas putas de los 80´s. O buscaré a alguien muy joven sentada en la Plaza de Armas. La miraré a los ojos y le haré saber su verdadera vocación: diosa. Las de 18 son las que más dura me la ponen.
Mi instinto me hizo pensar en mis padres. Ellos podrían darme dinero. Deserté. Recordé que mi padre era un abusivo insoportable y mi madre alguien que nos daba almuerzo según cómo se alineaban los astros. Ya estaba loca en 1986. Además, verme en el pasado le daría la razón. Y no estaba dispuesto a eso. Así que me metí a casa cuando ninguno de los dos estuviera y les robé todos sus ahorros.
Luego me paré en un parque a esperar a las “rufianas”, muchas de ellas gordas y muy mal vestidas. Muy andinas algunas, muy viejas otras. Hacía calor, pero mi pene parecía un témpano de hielo.
Por eso ahora estoy buscando a una mujer joven, una que parezca oficinista, que complazca bien a su jefe. Una que se vea feliz pese a su trabajo de mierda. Esas son obviamente mujeres muy activas. O quizás una estudiante temerosa que no sabe si está estudiando lo que le conviene. Hoy sabrá que no.
Elijo a una, que sé que es puta. Sé quién lo es y quien no con una sola mirada. Pero un hombre viejo se me adelanta. Voltea a verme. Qué año es. Me pregunta. Viejo de mierda. Es puta, pero no loca. No es 1986, Charly. ¿Cómo sabe mi nombre este viejo? Despierta. Despierta, Charly. ¿Despertar? Viejo de mierda. Alguien ha creado este mundo, Charly. Lo sé, porque yo ya viví este viaje tuyo. Pero fallaste, por 4 años. Has llegado 4 años antes, Charly. Le compré este libro a la señorita. No es puta. A veces fallas. A veces fallamos. Mira la portada. No se lo compraste. Te lo tiró en la cara. La quisiste besar, viejo de mierda. Viejo loco. Siempre se debe pagar. Mira la portada, maldito estúpido. “Trilce”. De César Vallejo. ¿Qué tiene? Mira bien. Mira bien. No dice César Vallejo. ¿Nasar? ¿Quién es Nasar?
-¿Dónde estamos?
-Charly… Brun…
-No existe nada
-Este es lienzo nuevo
-Tú eres Zugasti. No. Tú eres Dios.
-Gracias por todo. Ahora debes elegir tu universo
También puedes leer:
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«Villa Laura (1986)», por Max Aguirre Rodríguez [tercera parte: páginas 140 – 206]
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Refutación de «El circo del ateísmo» (y el tomismo) («No al cristianismo político», 30/08/2025)
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«Villa Laura (1986)», por Max Aguirre Rodríguez [segunda parte: páginas 88 – 139]
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«Villa Laura (1986)», por Max Aguirre Rodríguez [primera parte – 87 páginas]
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Un mensaje de otro tiempo (primer sueño, 2064) («Un detective multiversal», 9)