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Un mensaje de otro tiempo («Relatos», 23/02/2022)

– En esencia, una carta de amor. Comedia, amor y misterio.

 

Un mensaje de otro tiempo

(Versión PDF)

Por Max Aguirre Rodríguez

 

 

 

Capítulo 1: Brun (versión extendida)

 

En casa de Dante no hay espejos. Y tampoco en la mía. Nos miramos a los ojos por varios segundos. No significa nada. No puedo sentir su alma y tampoco él la mía. De alguna manera somos viajeros en el tiempo. Él no me mira ahora. Su mente está con su amada. Quiero sacarlo del trance, pero esta vez seré un buen amigo.

 

La residencia, cubículo o casa es como el de cualquier soldado de su condición. Excepto por la rigidez de nuestra especie adoptiva. 25 pasos a lo ancho, 25 pasos a lo largo. Y 25 pasos de altura. Evidentemente. Sin separaciones. Todo es sala, baño, cocina y dormitorio a la vez.

 

La cara de Dante es un palimpsesto del niño que alguna vez fue. Las heridas a penas pueden verse, gracias a su amada. Sobre su rostro hay solo pequeñas líneas, la nueva escritura, su nueva vida. Una feliz.

 

¿Su olor? Manjar blanco y fresas. Mi tercer y cuarto aroma, respectivamente. Yo no he encontrado a la mujer que huela a flores de cerezo o que impregne todo de naranjo. Y nunca lo haré. Eso lo sé. Las matemáticas no mienten.

 

¿Es Dante feo o atractivo? Los crotoles no desarrollan lenguaje no verbal. Verlo sonreír es una proeza del caos, un triunfo de nuestra naturaleza humana. Sus ojos hundidos no significan nada. ¿Eso hace que su mirada sea tímida, ensimismada? ¿O cautelosa? La mía es como la de él, precavida. Pero mis ojos marcan una mayor distancia. Mi rango visual es mayor. ¿Eso me hace más atractivo?

 

Dante viste los colores del campo de batalla en el torso y en las piernas, en la cintura, en la espalda y en lo que queda de sus brazos. Viste igual que aquella vez, mi última batalla: estamos al frente, yo inerme, nuestro hermano pidiendo mi ayuda. Syp Syp Syp Grita Dante Y en su voz por primera vez Se escucha El miedo y la ira Nuestro compañero llora al ser devorado Yo corro lejos de todo Con pisadas temblorosas con un temblor en la mandíbula y en ambas manos quiero hablar y no puedo mi cara se deforma vuelvo a un estado pueril no miro hacia atrás las imágenes de otro mundo empiezan a emerger luego de 10 años volteo a ver a mi amigo veo partículas de polvo Son granates como la arena de vida y como la sangre Dante muere ante mis ojos Pero también vive me acerco a ese Dante al que todavía lucha Le grito en nuestro idioma y su poder se manifiesta

 

Dante vive, frente a mí. Con un poder escondido. Danten xil, Danten xil. Mi mensajera, su amada. Necesito tener ese contacto. Ella merece saber la verdad, si es que no es mi enemiga. No, no lo es. Eso es evidente. Ella también fue obligada a olvidar. Por Regine y por Nasar, sus padres.

 

Mi mayor obstáculo es Agatha. Ella debe ser la primera en morir. Debo poner a Dante en peligro. Ellas dos deben pelear. Ella debe destruir a su familia. Y liberarnos.

 

Y quizás todo esto no es más que un delirio, una secuela de aquella batalla. Aquel monstruo se me presenta titánico. Mis ojos apenas pueden ver sus facciones. Solo puedo recordar sus enormes dientes, su rugido. Quizás el grandor de su cola y la ansiedad de sus patas, a veces 6, otras veces 8.

 

Y quizás todo esto es un delirio, una secuela de mi retiro. Quiero pelear, con quien sea, quiero ser héroe. Quiero asesinar a los dioses. Ponerlos de rodillas. Ser como aquel escorpión. Quiero verlos gritar, temblar. Quiero ser escuchado.

 

Y quizás solamente es un delirio. Nunca hubo ritual. O sí lo hubo. Un planeta pequeño, solo visible por nuestra especie. Torturas a la vista de los seres que amaste.

 

No, no es un delirio. No puede ser un delirio. Yo asesinaré a los dioses. Y lo haré con mi intelecto. El universo verá mi fuerza. El universo conocerá la libertad.

 

Y quizás todo esto no es más que un delirio. Ver a Blue riendo, mientras peleamos por nuestras vidas. Premiando a algunos con la muerte, siendo nuestro salvador. Mostrando mi lealtad.

 

 

 

 

Capítulo 2: Dante y Constanza (visita temporal 1)

 

No hago esto a voluntad. Volver en el tiempo. Es como eso. O como soñar. O como una alucinación. No importa. Solo importan sus ojos.

 

Silencio mi monólogo, el de aquel día. Mis palabras, las actuales, gritan con más fuerza. Esta vez. Debo enfocarme. En su rostro. En el brillo de sus ojos. Quiero naufragar, quiero hundirme.

 

Siento el agua oscura. No su calidez, ni su indiferencia. Tampoco su peso ni sus palabras. Nada la perturba, nada la ataca.

 

Nadie puede escucharme. Soy inmenso. Soy frío y soy calidez. Siento revoloteos. Siento el peso de algunos seres. Las ballenas escapan de mí, brevemente. Toman aire y vuelven a su prisión.

 

“Ya despierta, señor soldado”

 

Quiero contarle mi sueño. Trato de recordarlo. Intento hablarle vagamente del mar. Intento con algunas palabras de este idioma ajeno. Ella me mira y parece contener una sonrisa. Luego digo algo. “Soñé que era el mar, pero uno bueno”. Ella muestra un poco los dientes. Hace evidente las depresiones… de sus mejillas. Baja la mirada una vez. Y vuelve a mirarme. Mira primero mi ojo izquierdo y luego el derecho. No digo más. El mar nos quitó todo.

 

“Nuevo libro”

“Así es”

“”Crimen y castigo”, originalmente escrito en francés. Pensado en francés para ser leído en francés”

“La eufonía no es tan importante… lo importante es el mensaje”

“Pero a usted el viaje de una palabra a otro idioma le molesta casi a diario”

“No, te equivocas”

“Como siempre, xil”

“¿Xil?”

“Es como “señorita””

“No, no significa eso”

“Has investigado. Es como amor en sentido abstracto y figurado. O amada”

“Mmm… sí he investigado”

“Por mí”

“No, para no depender de esa máquina”

“Mi idioma es ambiguo. Incluso más que el español. Pero todos sabemos que las palabras no son imágenes mentales. Son herramientas para comunicar… mi amor”

“Bueno, ya puedes… ya debes irte, Dante. Te veo en unos días, supongo… si es que no te mueres”

“Y yo te veré siempre que pueda”, le digo sintiendo un temblor en las entrañas.

“¿Dante? Mírame”

“¿Constanza?”, digo sintiendo miedo y calidez.

“¿Estás en un recuerdo?”

 

 

 

 

Capítulo 3: Dante

 

Constanza volvía a mirar con desdén el “traductor universal”, muchas veces inexacto, caprichoso y hasta ofensivo. Su último paciente la había llamado “muchacha” sin la calidez y respeto de la palabra en su idioma original. Quizás, pensé, “señorita” era una palabra más cordial. O directamente la palabra debió ser “doctora”. Maldita máquina.

 

El imperio estaba formado por 3 razas humanoides. Los terranos gozábamos de mucho respeto gracias a la familia de Constanza. Sus dos hermanos mayores eran guerreros invencibles: el gigantesco Blue y la misteriosa Agatha. Constanza era la más grande sanadora, a veces asistida por su otra hermana, Ísabo (ahora encargada de entrenar soldados, como yo).

 

“De nuevo tú”

“De nuevo yo. Y de nuevo ese libro. “A Naked Lunch” traducido al español. Irónico, ¿no?”

“No, quien tradujo esto haría un mejor trabajo que la máquina. La cosa esa siempre elige mal las palabras. Es un poco como tú”

“Vine a que me cures, no a que me rompas el corazón… de nuevo”

“No viniste, te trajeron… casi moribundo”

 

Y ella tenía razón. ¿Por qué peleaba realmente? Alguna vez mis acciones fueron como la de los grandes astros, siguiendo las reglas trazadas por el universo. Yo tenía un objetivo o creía tenerlo. Y solo ahora era feliz. Yendo al campo de batalla sin saber si volvería a esa camilla a verla. Ella era el caos que el universo me había escondido.

 

“¿Por qué sigues peleando? ¿No tienes familia?”

“¿Un propósito? Ese no es un impulso humano. Soy un hedonista. La posibilidad de morir… es lo que me mantiene con vida”

“¿Qué? Nunca digas eso. Ni de broma. ¿Eres humano?”

“¿No lo parezco?”

“Algo no anda bien contigo”

“Permíteme corregirme. No me expresé bien”

“Lo ves. Eres como la máquina esa. ¿Seguro que tu lengua principal es el español?”

“Seguro de-que lo es”

“Bien, toca sedarte”

“La fe”

“¿La fe?”

“Puedo experimentar la fe en el campo de batalla. La incertidumbre, el miedo, la intimidación. Eso no es ser hedonista. Pero disfruto esas sensaciones. Es solo que no encuentro un sentido a todo eso. Últimamente siento que debería haber uno”

“Un propósito…”

“No, no sé si llamarlo así”

“Porque no sabes español…”

“Sí sé español. Un propósito es algo que nos mueve como la gravedad o las leyes del universo”

“Eso sería simplemente el mundo donde existimos. Un propósito implica voluntad”

“No existe la voluntad en el universo. Solo puede existir desde la perspectiva humana”

“¿Y nosotros somos?”

“Esposos”

“¿Unas últimas palabras antes de sedarte?”

“Las de siempre”

“¿Sabes? Ese vacío lo llenas cuando amas. Así todas tus acciones cobran sentido. Ese es el propósito del ser humano. Amar y ser amado. Eso se les enseña en Filosofía a los iniciados. Mi hermana dicta ese curso”

“Tu hermana es muy sabia y muy soltera también”

“El amor a uno mismo también puede llenar ese vacío, señor soldado”

 

Ese otro mundo, el del sedante, era la Tierra que abandonamos, nuestro hogar. Ella perdió dos hermanos y yo a toda mi familia. Ella y sus hermanos fueron elegidos por sus talentos. Y yo sin explicación alguna. Condenado a pelear, alejado de mi niñez.

 

 

 

 

Capítulo 4: Dante, hijo de Larran y Gilga

 

Hoy la volví a ver. Ya en casa intento recordar sus hermosos ojos. Nunca puedo. Lo que veo es una imagen residual, una farsa. Pronto. Pronto volveré a ver su mirada, la de verdad.

 

Me confesó que de pequeña era muy tímida, pero que creció sabiendo responder las críticas, las amenazas incluso.

 

“Bueno, tu novia tiene 20 mil unidades de poder”, dice Brun, mi amigo, el único, otro de los “elegidos” convertidos en soldados.

“26,666”, digo antes de reír burlonamente.

“Eso era una novela… alguna vez la vi cuando era niño”

“Constanza prefiere los decimales”

“¿Y usted?, señor 2”

“Lo sé, yo no. Prefiero mis 1500 de poder”

“Si bajas de nivel, ya tendrías un decimal atractivo”

“Si bajo de nivel, me mandan con el loco de su hermano. Los iniciados… Bueno, son chismes de un foro”

“Por eso es anónimo. Yo escribí unas cosas al moderador”

“Lo del Padre de Constanza. Que mata a sus compañeros y que así escaló todas esas posiciones”

“El sujeto… tu futuro padre político… siempre ha sobrevivido a los ataques y sus superiores no. Sus hijos básicamente fueron enviados a morir en una misión y él los rescató. Pero al resto los dejó morir. Eso es oficial. Quien dio esa orden se suicidó. Su ascenso político tiene muchos suicidios en el camino”

“Tú eres el moderador de ese foro, ¿no?”

“¡No! Claro que no”

“¿Cuál era la información falsa que filtraste?”

“Estoy 100% seguro de que tu futuro padre es un asesino selectivo”

“¿Qué inventaste?”

“Algo sobre el líder supremo… Es una teoría…”

“¿Lo vas a susurrar? Si tanto miedo tienes, no lo digas. Esos 3 ancianos…”

“Sí… lo leí también… lo pueden ver todo… cambiemos de tema… por favor…”

 

La puedo ver. Veo mi encuentro con ella.

Mi amigo me toma del brazo. “No vayas, hazlo más tarde”.

 

“Yo no puedo hacer eso a voluntad. No vuelvas a interrumpirme”

“¿Me quedaba sentado hasta que termines? ¿3 horas? ¿Cuántas veces pensabas verla? ¿Su olor es el ideal por lo menos?”

“Tampoco puedo hacer eso…”

“¿No?”

“¿Tú puedes?”

“No…”

“Quizás es lo único que admiro de nuestra cultura. La manera en la que nuestros padres adoptivos se unen”

“Sí, es romántico y perturbador. Perder el olfato y solo poder oler a la amada”

“O nunca oler nada. No encontrar a nadie”

“A cierta edad, los olores empiezan a desaparecer y el olor de la amada se engrandece, se apodera de toda la ciudadela, de tu vida. Si ella no puede huir de tu olor, la unión está hecha. Si no, viene la ceguera olfativa”

“Menos mal nosotros fallamos en nuestra conversión. Porque es casi seguro que Constanza te va a rechazar”

“No me va a rechazar. Pero igual yo prefiero oler el mundo. El coco, la menta, el limón”

“Quizás ella huele a eso”

“Nunca lo sabremos…”

“Podrías echarte perfume. Ah, no, echarse perfume es como hacerse cirugía plástica”

“Sí, y se castiga con la pena de muerte”

“Por supuesto”

“Moralmente justificado”

 

 

 

 

Capítulo 5: Constanza, hija sexta de Nasar y Regine

 

Él siempre me hace reír. Con su español rimbombante y a la vez escaso. Pronunciando algunas palabras a veces como agudas y otras veces como graves. Tratando de cautivarme, aprisionarme. Pero yo soy una mujer libre. Él es un esclavo. Espero esas palabras: “hoy fue mi última batalla”. Y mi mano sobre la suya, consolándolo.

 

“Oh, Constanza está enamorada”, dijo Agatha, mi hermana, que no se quitaba el casco para comer.

“No existe la privacidad en esta familia. Gracias por recordármelo”, le dije molesta por inmiscuirse en mis pensamientos. Fui a mi habitación.

 

Dante, hijo de Larran (nuestro líder religioso). Bueno, la de los crotoles, la tercera parte del imperio.

 

Aprendí mucho de los crotoles por mis hermanos. Blue dice que salvaron a 12 humanos de la Tierra hace 16 años. Por cada miembro de mi familia, eligieron a una persona, al azar. Esos seis niños fueron entregados a los crotoles para atravesar un ritual. Si lograban su conversión, serían crotoles en poder y status. Todos ellos fallaron, a ojos de sus padres adoptivos, y fueron enviados a la guerra. Mi hermano me dijo que estaban destinados a ser soldados, que el ritual fue una farsa.

 

“Constanza, ven acá. Discúlpate con tu hermana. Deberías ser como Ísabo. Ella entiende su rol en esta familia”

“¿Disculparme? Eres un imbécil”

“Yo no respondo provocaciones. Soy el héroe de este imperio, un hombre sin mancha”

“Un imbécil. Eso es lo que eres. Mandando gente a morir”

“Eres una niña insensata. Entenderías mis motivaciones si estuvieras en el campo de batalla”

“No te hagas el inteligente, Blue. Para ti todo eso es diversión, es lo que te mantiene con vida. Eres un psicópata. No eres un héroe”

“Yo peleé con ellos por 10 años. Necesitan un propósito. Una vida sin propósito es un castigo. Yo podría, con mi poder, pelear por 100 hombres. Pero los respeto. Por eso los dejo pelear. Los conozco. Conozco el espíritu de mis soldados…”

“…¿Por qué, si los quieres tanto, no peleas en lugar de 40 de ellos?”

 

“Esas batallas no tienen sentido”

“Para ellos sí. Necesitamos proteger el imperio, querida hermanita, necesitamos que todos sean felices”

“Tú buscas más que eso”

“Sí, hermana. Nuestro padre no se atreve a tomar el imperio. No se atreve a emprender conquistas. Pero yo lo haré”

“Nunca obtendrás lo que buscas…

… mientras nuestro padre viva”

“¿Nunca?”

 

 

 

Capítulo 6: Brun, hijo de Laper y Hailic

 

Dante la ama, como estimé. Él será mi mensajero, ella la intermediaria. Ellos, los dioses, mis enemigos. Todo lo que escribo es cierto. Puedo darme cuenta de muchas cosas. Para mí son evidentes. El hombre que nos gobierna es un asesino. El padre de Constanza lo es. Sus hermanos lo son.

 

La segunda parte de mi plan requiere que ella se enamore de él. Solo hace falta que Dante renuncie a la batalla. Eso lo sé, es evidente. Yo sé todo. Pero hay verdades que no puedo rasgar, las que nos oprimen. Hay un velo silencioso entre nosotros y este mundo. Nosotros, los elegidos, nunca fallamos el ritual. Eso también lo sé.

 

Este mundo es una farsa, y una tregua. La primera vida para nuestra raza es de sufrimiento. El paso previo a la inmortalidad. ¿Cuántas vidas obtuve en aquel ritual? ¿Cuántos mundos pude ver? Son 4 las vidas que me esperan. Una de ellas en el pasado.

 

A veces me pregunto si estos mundos son sueños, si Dante también sueña. Si es nuestra manera de llorar, de olvidar el campo de batalla. De desear una vida mejor, otras vidas. Me piden que dé las gracias por ser elegido, por ser salvado. Pero yo jamás lo pedí. ¿Por qué salvar solo a 6 niños? ¿Por qué no salvar a mis padres, los de verdad?

 

Hoy veo uno de esos mundos. Hay un aren de mujeres desperdigado por toda la ciudad. Pero hay más. Esto no es así realmente. Hay algo que está mal. Con las mujeres, con el hombre que soy en ese mundo. Nos obligaron a olvidar. Yo intenté recordar. Esta es la lista. Está vacía.

 

 

 

Capítulo 7: Dante

 

Mi planeta favorito en todo el universo. Sí. Un lugar muy oscuro en el que veo mi silueta. Un cielo entre naranja y rojo que apenas alumbra. Hay vegetación que apenas se mueve. Todo es calmado, susurrante. No. Silencioso.

 

El agua, abundante y poco profunda, me permite descansar en paz. A mí me tocaron 3 vidas, una en el pasado.

 

Vi el cielo. Pisadas sobre mí. Estaba hecho de arena, polvo. Un hombre muy pobre era mi compañero. Veía su silueta, en especial sus manos. No lo vi más. Vi a otro. Y se fue. Hasta que llegó uno que permaneció más tiempo. Vendía cosas. Siempre. A la misma hora. Casi a las mismas personas.

 

Luego pude ver más que sus manos. Aquel hombre no enfrentaba a gigantes. Pude ver sus rodillas. Y a quién enfrentaba, un hombre con vestimenta ceremonial, limpia, brillante. Le susurré que ayudara a mi compañero. ¿Pude hacerlo?

 

Nadie más así volvió a estar cerca. Solo veía pisadas, manos, otras manos. Decidí buscarlo. Pude hacerlo. Pude expandirme. Escuchar los murmullos.

 

Pasaron casi 30 años hasta que pude ver a una persona a la cara. Ella temblaba. También la veía de lejos. También de muy lejos. Con las manos ocultas. Quizás jugando con ellas. Era una señorita. Frente a él un hombre tan joven como mi primer compañero.

 

Una vez aquel hombre la vio a los ojos como volviendo a descubrirla. Ella era muy delgada, muy pequeña. Ella temblaba.

 

Los pude escuchar. Él deseaba no ser un simple vendedor en un mercado. Sus ojos son hermosos. Los míos luchan con el polvo del lugar en el que estoy recluido. Un velo de plástico rodea mi fortaleza de vitrinas. Allá afuera hay una nube de veneno que solo los ojos son capaces de soportar. Especialmente los suyos. No puedo verla sonreír a menos que lo haga con el alma. ¿Ella puede verme hacerlo? Entrecierra los ojos, baja un poco la mirada y vuelve a mirarme fijamente.

 

¿Por qué? ¿Por qué me mira así? Piensa ella cuando baja la mirada dos veces.

 

Deseo saber más de aquel hombre. Siempre se aleja en las noches. Viene temprano, camina, carga cosas, las vende en aquel puesto. Sonríe, nunca con sinceridad. Y piensa mucho en ella. Hoy sabré más de él. Me expando. Lo sigo. Él cruza la calle. Busca refugio. Voltea, pero no puede verme. Usa unas llaves descuidadas.

 

Subo las escaleras. Siento sus rodillas esforzarse. Siento su peso. Sus manos llenas de ira. Su cara ardiendo. Veo una puerta. Siento sus malos recuerdos.

 

Conozco a este hombre. Conozco a esa mujer. No pudieron conocerse. No en este mundo. No como siempre.

 

 

Estoy a punto de tocar el océano. Debajo de este se encuentran Ellos y el fin del mundo.