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El porno: una herramienta de la izquierda («Voz disidente», 03/04/2015)

– Feminismo, homosexualismo, lesbianismo, incesto y más.

partido fascista mundo alterno

Por Ricardo, líder del partido fascista peruano.

 

¿Usted se ha percatado de qué le proporciona placer? Incesto, sadomasoquismo, feminismo/hembrismo, lesbianismo, homosexualismo, abuso sexual y, de contrabando, pedofilia. Cuando se masturba, no analiza. La pornografía normaliza impunemente actos espurios y criminales. ¿A quién le conviene todo esto? ¿No es acaso beneficioso para los marxistas culturales que aman relativizarlo todo? ¿No es curiosa la actitud permisiva con las lesbianas? ¿Les harías algo si se besan en las calles? ¿O te complacería?

 

La pornografía es exaltada como el ejemplo máximo de libertad por la izquierda. Es el terreno en el que sus fantasías se ven materializadas. La anteponen a la llamada represión sexual. Esto es más o menos como llamar libre a un idiota lenguaraz y estúpido al cauto. La promiscuidad es objetivamente un problema de salubridad nacional. Si a uno de estos parásitos se les pega algo, el gobierno debe salvarlo. Lo lógico sería dejarlos morir. Por imprudentes. Pero los marxistas culturales quieren un gobierno que mantenga su estilo de vida. Y que todos nosotros paguemos por ello. Son privilegios. Quieren que nosotros, los prudentes, nos convirtamos en ciudadanos de segunda clase. O, peor, en sus esclavos.

 

La mente de los jóvenes está siendo relativizada. Es lamentable, pero ellos no diferencian claramente a la sana disidencia del «desarraigo» idiota (término posmoderno tan de moda). Por eso los tenemos apoyando la Unión civil, el aborto y la promiscuidad. Es una generación de mierda. No tienen argumentos. Ni ideas. Ni nada.

 

No puedo proponer proscribir la pornografía. No creo en la democracia, pero sí en la voluntad humana. Solo expongo y señalo que están dejando entrar a su mente estilos de vida que la izquierda proclama. Por eso solo puedo recomendarles ver pornografía heterosexual con buena historia. O mejor renunciar del todo, y asistir y complacerse con las obras maestras del cine erótico.