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Dylan sobrevalorado («Ya es hora de que te calle» por Coleman, 1)

-Hablaré de economía, pero antes…

dylan

Por Coleman

 

Dylan nació en un pueblo minero allá en los Estados Unidos, algo así como La Oroya, pero habitada por puros gringos. Él me confesó que en los años sesenta salió de ahí para perseguir a su ídolo de música folk, cuyo nombre no recuerdo. Por el camino, se compró una guitarra en una tienda de artículos de segunda mano y se puso a cantar, a componer temas de índole social. Sus temas hablan del amor, de la sociedad, de la corrupción, de los padres de familia, de los obesos, de los mutantes de X Men y, de mi gran pasión, la economía.

Yo, que soy escritor y economista, lo he seguido siempre, desde que escuché sus canciones, entre ellas, la mejor de todos los tiempos, según los críticos (entre los cuales, yo fui incluido para dar mi  veredicto) “Like a Rolling Stone”, traducido al español como “Me gusta un Rolling Stone”. Es que no sé mucho inglés, pero no hace falta saber inglés para gustar de su música. Sus canciones son poemas, y en muchas de ellas me identifico, como “I’m a big fat man; I’m a big motherfucker Little piece of shit”. No porque yo sea gordo, sino porque soy todo un “hijo de puta”. O, para evitar confusiones, un badass.

Hace poco, mi círculo literario increpó y criticó al respecto sobre que el premio se lo concedieran a Bob Dylan. Por ejemplo, mi amigo del alma, Mario Vargas Llosa, dijo que era muy sobrevalorado, y que próximamente, se lo darían a un futbolista. Tiene razón mi compañero íntimo, Marito para los amigos, que  Dylan solo se concentra en componer y sacar disco, pero nunca ha sacado un poemario. Hay mejores poetas. ¿Cuáles? No sé. Pero la influencia de Dylan de la que tanto se habla no es solo por las solitarias letras, sino en mayor medida por la música que sirve como más que una acompañante.